ASESINATO Nº 6

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ASESINATO Nº 6

Lo pero solo se queda mirándome a los ojos, hace que mi corazón palpite más rápido, lo beso suavemente, el joven sin saber por qué lo hace igual, me carga y me lleva a un hotel, no decimos una palabra, solamente nos dedicamos al momento, hacemos el amor de una manera salvaje, me entierras las uñas en los brazos y la espalda, cosa que hace que despierte un ávido deseo sexual violento en mí, me pongo más atrevida, decide empapar mi cuerpo con un vino Manischewitz sabor uva; <mi conciencia empieza a decir, asesínalo, mátalo, ahora mismo> (tengo un Flashback de Miguel), después de tener un orgasmo, lo empujo hasta el borde de la cama, los recuerdos de Miguel me invaden el pensamiento, miro a los ojos al sujeto, me mira con cara de desentendimiento, le acaricio las mejillas, saco la navaja de mi guante, él no se da cuenta, se lo clavo en el pecho se me hace difícil penetrar el pecho, hace tiempo no lo hacía, la adrenalina me corre por las venas, lo degolló. Después de una ducha salgo de la habitación con total normalidad, luego de caminar unas calles corro hasta llegar al apartamento.

Diego salta al verme.

- ¿Ángel Victoria Rose Santos, donde carajos estabas, o no, mejor, que son estas horas de llegar?

- Pues no Diego yo... ¿espera que?

- ¿Que donde estabas? –me responde Diego con las manos en el aire-

- No, dijiste Ángel Victoria...

- Pues si... ¿ese es tu nombre no?

- No que yo sepa...

- Pues que yo me acuerde, los profesores siempre te llaman Ángel Victoria.

- ¿De verdad? Yo no me acuerdo.

- Bueno si te llamas Ángel Victoria, y no me cambies la conversa. ¿Dónde carajos estabas?

- Bueno Diego, yo, emm, estaba por ahí, caminando, y pues hice unas cosas y ya conseguí dinero. –le dije mostrándole los dólares-

<Los saque del joven este de ojos verdes>

- V, estamos en problemas.

- ¿Qué paso, dime?

- Si, sucede que, espera, ¿eso es sangre? –dice apuntando a mi blusa-

- ¿Qué cosa? –digo mirándome-

- En tu blusa, es sangre. Ya lo dije y lo vuelvo a repetir. ¿Ángel Victoria Rose Santos, donde carajos estabas?

A Diego ya la había contado la razón por la cual me escondía, el me prometió estar conmigo con la condición de que no lo volvería hacer, pero es algo de instinto aparte mi conciencia no deja de hablar, y darme ordenes, no puedo hacer que pare de hablar.

- Bueno te acuerdas, que te conté la razón por la que estamos aquí...

- Si habla, pero ahora.

- Ya Herrera, cálmate. Emm, sucedió otra vez. –digo con la mirada en el suelo-

- ¿Qué? Pero me dijiste, me prometiste. Hay Dios esto es malo muy malo. –dice caminando de izquierda a derecha-

- Pero dime tú que era lo que me ibas a decir.

- Están aquí. Me acaba de llamar el policía este.

- ¡Miguel!

- Si él, están en el avión, y vienen hacia acá.

- ¿Qué?

- Si, Miguel dijo que nos fuéramos de aquí ya, y que dañáramos los celulares. Pero para ayer es tarde mujer.

- ¿Y que esperamos?

Diego buscó un hotel al otro lado de la ciudad, llegamos al otro día en auto.



MENTE DE UNA PSICOPATA SEXUALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora