Capítulo 1. Ella.

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Hermione Granger se encontraba destrozada, perder a sus padres fue una de las tantas consecuencias que dejó la Guerra Mágica en ella. El verlos ser torturados y asesinados era algo que nadie debería vivir, que ni siquiera la persona más malévola del mundo debería vivir. Lo único que la reconfortaba era tener a sus amigos Harry y Ginny, y a su ahora novio Ron, y toda la familia Weasley con ella, apoyándola cada día con ese sufrimiento. Aunque claro, ella también los apoyaba con el sufrimiento por la perdida de Fred y los demás.

Ahora, después de haber estado en San Mungo, donde la llevaron sus amigos al haberla encontrado inconsciente junto a los cuerpos de sus padres, se estaba quedando en la casa de los Weasley, pues no soportaba estar en la casa que en el pasado compartía con sus padres y en la cual ellos fueron asesinados; eran demasiados recuerdos guardados y tatuados en cada pared, mueble y rincón de esa casa. Además, la señora Weasley no quería dejarla sola pues creía que se deprimiría, y aunque Hermione no lo aceptara en voz alta sabía que Molly tenía razón, se deprimiría demasiado.

Últimamente no comía bien, y si lo hacía era porque los demás le insistían. Tampoco podía dormir bien. En el momento en el que cerraba sus ojos, esos gritos desgarradores volvían del fondo de su memoria para volver a atormentarla y destruirla por dentro de una forma terrible. Siempre se despertaba de golpe, con todo el cuerpo bañado de sudor; gritando, suplicando que no les hicieran nada, que a ella la mataran pero a sus padres los dejaran en libertad.

Todas noches Molly tenía que darle una poción de color lila y que tenía un sabor asqueroso para que se lograra tranquilizar y pudiera dormir por lo menos unas cuantas horas. Ni Ginny, Harry o Ron podían calmarla. Y solo el hecho de recordar como fueron asesinados sus padres de esa manera tan cruel la hacía enloquecer, no podía olvidar la forma en como ellos gritaban de dolor, simplemente no podía soportar que por culpa de ella sus padres ya no estuvieran allí, aconsejándola y velando por su seguridad.

El Ministerio de Magia comenzó una investigación para encontrar a los magos culpables por la muerte de los padres de la heroína del mundo mágico, pero hasta el momento no habían tenido ningún avance importante.

Lo único que tenía era que, evidentemente, la muerte de los padres de Hermione fue a causa de la utilización de magia. Al parecer los asesinos supieron bien como ocultar su rastro de la casa y mente de Hermione, pues por más que ella intentara recordar las caras de esas personas, no lo lograba y eso la frustraba.

Era un infierno.

Unos días prefería también morir ella a seguir con todo ese dolor que le carcomía el alma, pero sabía que no lo lograría. Sus amigos jamás permitirían que ella los dejara. Y, a pesar de que ella sabía que siempre los tenía a su lado, se sentía más sola que nunca. Hablaba con Ginny como siempre pero de todas formas no lograba quitarse ni siquiera un miligramo de todo el peso que llevaba encima.

Por el momento, sus únicas razones para estar aún en este mundo era seguir con sus amigos y su novio, y terminar el colegio. Hace una semana, habían llegado cuatro cartas en lechuzas del Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería a la Madriguera, en la que la Profesora McGonagall, ahora Directora del colegio, les explicaba que éste había sido reconstruido y estaba listo para comenzar con las clases el 1° de Septiembre, y que si querían terminar el séptimo año, serían bien recibidos por todos los alumnos y profesores. Junto con esa carta también venia la lista de los materiales que necesitarían para el curso.

Ese mismo día, también les habían llegado otras tres cartas de parte del Colegio de Aurores, ofreciéndoles a Harry, Ron y Hermione, aún sin haber cursado su último año escolar, el permiso de ingresar a éste pero ninguno acepto.

Cruel destino...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora