3. Escalofrío

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Ya habían pasado unas semanas desde la fiesta en casa de los Mestre y mi padre seguía algo enfadado conmigo. Me había castigado sin salir desde entonces y hoy por hoy, seguía firme en su decisión. Yo aún no le había comentado lo del viaje, estaba esperando al momento oportuno. Y dadas las circunstancias, ese momento parecía estar bastante lejos. Por lo que decidí romper el hielo e intentar hacer que colase. Esperé hasta un jueves por la noche, cuando la jefa de estudios de mi antiguo colegio, venía a cenar, como de costumbre cada semana. Mi padre aún no me había comentado nada de su relación, pero tampoco era muy difícil averiguar que es lo que se traían entre manos. Esa noche, mi padre estaba más simpático que las noches anteriores, no me había gritado ni una vez en todo el día y además estaba contento conmigo por las notas de mis primeros exámenes. Sí, definitivamente era ahora o nunca.

- Papá. Esta tarde he estado hablando con los abuelos sobre el Magistral. Están muy contentos con las notas.

- Y no es para menos Elena, son muy buenas. Si sigues así podrás hacer lo que quieras.

- Ya, verás. Por lo visto todos los años, en Navidades, se hace un viaje a Inglaterra. Seleccionan a los diez mejores alumnos de todo el instituto y bueno, me he inscrito para poder ir, en el caso de que me cogieran. Y, la alegría de los abuelos en cierto modo es porque están esperanzados en que pueda ir. Sobre todo ahora que les he dicho las notas. Ya que, mamá fue una de las seleccionadas en su día.- Como mi padre no decía nada, yo seguía dándole información para intentar convencerle. Aitana, la jefa de estudios. Me dio la enhorabuena por las notas y me dijo que a ella le hubiera encantado haber hecho un viaje así, realmente se mostraba entusiasmada. Sin embargo mi padre seguía sin decir ni una palabra.- ¿Y bien?

- ¿Qué esperas que diga? Mira, estoy muy contento contigo Elena. Estas semanas te estás portando muy bien, y tus notas son magnificas. Pero sigues castigada. Me parece muy bien que te hayas apuntado pero no sé si es lo correcto. En fin, lo que quiero decir es que si te cogen, y yo no te dejo ir, no quiero que te enfades. Porque te lo estoy diciendo con tiempo.

- Ya. Pero, no me parece justo papá. Es un viaje por mi bien, por mi futuro. Es educativo papá. Irán el presidente del Consejo Escolar y la directora, no me va a pasar nada. Y además, tú has tenido la oportunidad de ir y, mamá. Me gustaría mucho ir, y si tan bien me estoy portando y tan buenas notas estoy sacando no creo que deba estar castigada hasta Navidades ¿Sabes? Y más por un día que la haya cagado. Nunca te he desobedecido, nunca. Pero al fin y al cabo, tu decisión es la definitiva. Al menos lo he intentado.

El resto de la cena transcurrió en silencio. No estaba enfadada con él pero tampoco me parecía justo. Cuando terminamos, recogí las cosas y me fui a mi habitación dejando a mi padre y a Aitana solos, y mientras subía las escaleras los oía hablar sobre el viaje. Estaba convencida de que me dejaría ir al final, pero tampoco quería hacerme ilusiones. Fui directa a ducharme y a ponerme el pijama. Cuando terminé, me tumbé en la cama y empecé a contemplar el techo, tenía el pelo alborotado y el olor a frutas me invadía. Hizo que me relajara un poco y cerré los ojos. Me pasé un rato así, sin hacer nada hasta que me sonó el móvil. Era un mensaje de Iker dándome las buenas noches y pidiéndome por favor que no soñara mucho con él, que no fuera egoísta y dejara algo para las demás chicas. No pude evitar reírme. Era un creído. Durante los últimos días, me había llevado mejor con él de lo que me esperaba. En el fondo tenía algo que me gustaba, pero tampoco terminaba de convencerme. Habíamos hablado sobre todo del viaje, y me había contado cosas de los viajes anteriores. Llevaba un par de días llevándome a casa, y cuando llegábamos nos quedábamos un rato hablando en su coche. Me caía bien pero me seguía pareciendo un niño de papá. Un día, cuando salía del instituto con mis amigos Iker me alcanzó por detrás. Los saludó a todos y a mi me dio un beso en la mejilla.

Nos conocemos de memoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora