10. En buena compañía

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Era ¡Enorme! Jamás habría imaginado que la habitación fuera tan... grande. Dejé mis maletas al lado de la puerta y avancé por la estancia hasta llegar a la enorme cama, presidida por un montón de cojines. Era igual de grande que la de Mark, pero mucho más mullida. Tenía cortinas a los lados, transparentes. Acaricié la colcha con la mano y continué inspeccionando la sala. De frente había un gran ventanal con las ventanas típicas inglesas. Al lado de la puerta había un vestidor, ¡Un vestidor! Casi más grande que mi habitación, y a través de un arco se accedía a una especie de sala de estar con un escritorio, dos sofás individuales y una chimenea. También había un baño, con una enorme bañera de hidromasaje en medio y una ducha con la mampara de cristal detrás. Era increíble. Volví hasta mi equipaje y me quedé mirándolo con desdén. Tenía que haber traído algo más de ropa, con eso apenas llenaría una estantería del enorme vestidor. Cuando hube sacado y colocado toda la ropa, me senté en uno de los sofás contemplando la chimenea, me arropé con una manta y me sumí en mis pensamientos. No me gustaba que la tal Susana anduviera revoloteando por ahí como si nada. Y menos aleteando las pestañas. ¡Mark estaba conmigo! Aunque quizás eso ella no lo sabía. ¡Oh, por Dios! Todo el mundo lo sabe. Aunque lo mejor sería que pasara de ella, como si no estuviera. Eso es. Entre pensamiento y pensamiento sonó la puerta, extrañada me levanté y me dirigí a la puerta de mi habitación. Al abrir la puerta no pude evitar la sorpresa.

- ¿Susana? ¿Qué... haces aquí? – La diosa griega en persona estaba en el umbral de la puerta de mi habitación pero, ¿Por qué?

- Ay, Elena. No sabía que esta era tu habitación, pensé que era la de Adrián. Quería hablar con él.

- Pues no, es la de ahí enfrente.- Dije señalado la puerta bruscamente.

- Bueno, perdona.- Giró sobre sus tacones de infarto y se dirigió hacia la puerta de Adrián. Justo cuando cerraba la puerta habló y me sobresaltó. ¿Y ahora qué?- Elena, no hemos empezado con muy buen pie pero, espero que no te haya molestado algo que haya hecho.- Otra vez el aleteo de pestañas. Debía de ser crónico.- Ciao.

Sí, me caía mal.

Al cabo de dos horas salí de mi habitación para dirigirme hacia el hall, habíamos quedado Martín, Tiago, Mona y yo para ir a dar una vuelta por los puestos hippies. Iba andando por el pasillo tan tranquila, poniéndome el abrigo y la bufanda. Entré al ascensor y al girarme me di de bruces con Mark que venía detrás de mí. Justo entonces se cerraron las puertas y apretó el botón de ''Stop'' para que el ascensor se parara. Me rodeo la cintura con sus brazos y empezó a besarme meloso por la mandíbula.

- Vas muy tapada. ¿Vais a salir?

- Sí, voy con los chicos a dar una vuelta.- Se apartó un poco para mirarme mejor y después de colocarme un mechón detrás de la oreja y peinarme un poco volvió a apretar el botón para iniciar el ascensor.

- Entonces no te entretengo más.- Se colocó a mi lado y me cogió la mano.

- ¿Te molesta?- Pregunté distraída.

- Claro que no, me parece bien. Yo de hecho tengo una cita con los directivos. Vamos a tomar el té.- Dijo poniendo acento inglés. A veces tenía unas cosas. Me hacía reír.

- Que interesante.- Murmuré divertida. Justo cuando el ascensor se paró e iban a abrirse las puertas, él me soltó la mano y se giró para mirarme.

- Me preguntaba si te apetecería dormir conmigo hoy.- Sus ojos brillaban a la vez que su voz bajaba unas décimas. No podía decirle que no, además estaba deseándolo.

Nos conocemos de memoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora