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El viaje se me estaba haciendo eterno como todos los viajes en avión, nada me ayudaba, el mirar por la ventana era muy aburrido, la música que escuchaba en mis audífonos era piola, pero no me entretenía, intenté leer un libro pero no lograba concentrarme, era imposible concentrarme en algo con todos los jugadores de la selección a mi alrededor, y con el cara de nada mirándome fijamente.

—Oye ¿podrías dejar de mirarme?—le dije porque ya estaba aburridita de que me mirara.

—No te estoy mirando a ti pendeja perseguida, estoy intentado mirar por la ventana, pero tu cara presumida se me pone en el camino—rodé los ojos, este tipo era un imbécil—Oye ¿Qué te dije sobre rodar los ojos? Es de mala educación...—me tenía chata...

—Mira hueón me tení chata, ¿podí cortarla de una maldita vez?―dije frunciendo el ceño y mirándolo feo. 

—No, no puedo, es entretenido molestarte—dijo encogiéndose de hombros. Estaba perdiendo toda mi paciencia con este tipo y eso que me consideraba una persona con mucha paciencia.

—Ay estoy chata de ti—dije exasperada. Y me paré de mi asiento, el avión estaba estabilizada en el aire así que podíamos circular libremente.

—Estimados pasajeros hemos entrado en una zona de turbulencias, permanezcan en sus asientos y abrochen sus cinturones—MALDITA SEA. A regañadientes me tuve que volver a sentar.

—Parece que el destino no quiere que te alejes de mi pendex... Yo creo que en verdad estás agradecida de quedarte a mi lado, porque estoy seguro que en el fondo de tu corazón me amas—lo fulminé con la mirada.

—Já, ¿Yo amarte a ti? Por favor, no me hagas reír. No me gustan los feos con cara de nada como tú y aparte de eso eres insoportable ni en un millón de años te amaría a ti... Ni siquiera entiendo como es que tienes mina si eres así, ¡No entiendo como alguien podría estar contigo!—en vez de decirme algo feo o pesado bajó su mirada apenado. Mierda, creo que la jodí—Oye no quise decir eso... No te pongaí así po... Si igual supongo que en alguna parte tienes un corazón y no erís tan pesado...—él me dio una sonrisa triste. Ay odiaba tener corazón de abuelita, no soportaba ver a la gente triste.

—No trates de subirme el ánimo, porque en verdad tienes razón—se encogió de hombros—por eso mi esposa no me pesca ni en bajá—suspiró—No sé qué mierda pasó, pero ella empezó a ponerse rara y me engañó con otro tipo, y lo peor es que me echa la culpa a mí porque dice que nunca le he prestado atención... Y no sé qué chucha hacer... no puedo dejarla ir por mis hijos y porque la amo—escondió su rostro en sus manos. Ay Dios no sabía qué hacer, pobrecito. Era muy triste lo que le pasaba... Se supone que el matrimonio era para toda la vida, o eso me habían enseñado siempre...

—Oye pero tranqui, no te pongaí triste po cara de nada—puse mi mano en su espalda en gesto de apoyo—me caías mejor cuando eraí un pesado de mierda po, no te me pongaí depre que si de repente te querí tirar por la ventana voy a tener que tirarme a salvarte y yo no quiero morir tan joven po—él se rió.

Pendeja gracias por hacerme reír—me dijo mirándome con una sonrisita tierna, bueno igual tenía como carita de niño tierno cuando sonreía. Pero eso no lo podía saber, él sería el cara de nada para siempre.

—No te pongai así todo tierno que se me quitan las ganas de odiarte...

—Charlie ¿Y no me presentai a tu amiga?—dijo Eduardo Vargas quién estaba parado en el pasillo. Oh mi Dios, igual no me gustaba él como hombre, era feo, pero como jugador era genial... Iba a empezar a hiperventilar.

I'm not the only one || Charles Aránguiz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora