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Pasé la noche en Toca de Raposa, pero en una pieza que quedaba al otro extremo de la de los jugadores, estaba súper aislada ahí, más encima mi papá estaba en la pieza de al lado, y me amenazó que si hacía cualquier tontera no sé qué me haría... Matarme quizás o castigarme hasta el año 2030, pero ahora no me importaba porque hoy me iba a Cuiabá con los de la selección, lo maravilloso es que mi padre se va antes que nosotros y vuelve después por lo que espero que no se dé cuenta.

—María Josefina—escuché la voz de mi padre detrás de la puerta, luego sentí golpes en ella—me voy. Ábreme—me  levanté de mi cama y fui a abrirle. — ¿Y tú todavía en pijamas?

—Sí, como no tengo nada más que hacer que quedarme aquí encerrada viendo el partido por la televisión, ¿Para qué vestirme? — él suspiró.

—No seas así, no es mi culpa que hayas perdido los pasajes...

—Tampoco la mía papá, obviamente yo no iba a querer que me robaran...

—Está bien, como sea María Josefina, pero la cosa es que ya no hay pasajes, están agotados, así que te resignas y te quedas aquí, tendrás que esperar para ver a Chile contra España... Bien ahora me voy, no hagas tonterías mientras estás sola aquí—maldito, lo odio.

—Papá no hay mucho que hacer aquí—me encogí de hombros— no habrá nadie, ni siquiera los de la selección, así que solo estaré tirada en mi cama —él asintió, y luego me besó en la frente.

—Nos vemos pronto hija—asentí. Luego de que él se fue cerré la puerta, y fui como loca a ducharme para luego cambiarme de ropa. Me duché en tiempo récord, cuando terminé, salí del cuarto de baño para buscar qué ropa ponerme, estaba buscando la ropa, cuando tocaron la puerta.

Pendeja, abre, es hora de irnos —abrí los ojos como platos, era el cara de nada pero no podía abrirle así.

—Emm, en un minuto salgo, espérame— no sé por qué pero me puse extremadamente nerviosa, no conseguía encontrar nada para ponerme.

—No, nada de un minuto, ábreme altiro que nadie puede verme aquí—dijo él, mientras seguía golpeando la puerta—Pendeja abre po que si Sampaoli me ve aquí me mata... Apúrate—suspiré, no podía dejar que lo retaran por mi culpa, así que abrí la puerta no más. Cuando la abrí él recorrió con su mirada mi cuerpo, el que estaba en vuelto en una toalla. Ante su mirada me puse nerviosa y la sangre comenzó a acumularse en mis mejillas.

—Deja de mirarme así...—me sentía demasiado incómoda ante su mirada. —Yapo cara de nada deja de mirarme de esa manera—le di un golpe en la cabeza. Élsacudió la cabeza y como que reaccionó, y dirigió su mirada a mi cara, unasonrisita pícara se le formó en el rostro. 

—No sabía que tenías tan buenas piernas pendex— mis mejillas se sonrojaron aún más como si eso fuera posible— ¿Te pongo nerviosa?— me preguntó acercándose a mí, comencé a retroceder, no quería que se me acercara, lamentablemente choqué con una pared y él me acorraló, estábamos cerca, muy cerca.

—Emm... cara de nada... por favor... aléjate— mi corazón estaba acelerado al igual que mi respiración. Mi piel se había puesto de gallina y no sé por qué, no entendía por qué el cara de nada producía que mi cuerpo reaccionara de esta manera.

—Yo pensé que yo no te gustaba, porque era muy feo y muy cara de nada—la maldita sonrisita seguía en su rostro, no sé cómo se podía ver tan normal mientras yo estaba muriendo por dentro.

—No me gustas cara de nada— le respondí automáticamente. No me gustaba, solo me ponía nerviosa.

—Tu cuerpo me dice lo contrario pendeja—pasó su mano por mi brazo y la piel de este se puso inmediatamente de gallina, maldito brazo.

I'm not the only one || Charles Aránguiz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora