capítulo 16 "después del infierno"

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"Si no existen los finales felices, al menos vale la pena luchar por una bonita historia"

***

Las miles de manos malditas tocaban su traquea obstruyendo el aire. Las lágrimas no paraban. Sufría. El ardor en su piel se intisificaba a cada segundo en la eternidad. El olor a carne quemada y putrefacta era insoportable.

Meg observaba cómo aquella mujer estaba siendo castigada eternamente. Su padre Belfegor reía desquiciado y desenfrenado.

A Meg se le iluminaron los ojos y el morado se apoderó de sus pupilas y poseyó a aquella mujer entrando a su cuerpo, por unos momentos, quitándole el gran dolor por unos segundos. Ella había sido acusada por pereza, se había pasado toda su existencia viviendo como rata aplastada en un sofá y observando cómo la vida se movía a su alrededor. Ahora pagaba una eternidad maldita. Pero Meg ya no soportaba escuchar sus alaridos de auxilio.
Salió de su inmundo cuerpo y su padre la miró furioso y le dio su merecido con un látigo que hizo que gritara estruendosamente, Meg nunca se había compadecido de un alma en toda su existencia hasta ese día; el Belfegor reía y le decía lo horrible que ella era. Una y otra vez, la peor tortura. Lágrimas de cólera salieron de sus ojos.

Después de un tiempo su padre volvió a sus labores olvidando el tortuoso castigo que impartía a su hija.

Meg huyó y llegó lo más lejos que jamás había podido. Secó sus lágrimas, y siguió corriendo. Chocó con un velo transparente, haciendo enardecer su piel, no podía pasar algo no la dejaba.
Se quedó ahí unos momento y empezó a observar a lo lejos la luna. Ella se preguntó extrañada qué era eso. Jamás había visto algo más hermoso. Por un momento se sintió esperanzada. *¿qué es esto que siento?* tocó su pecho.
De pronto la barrera hizo un crujido y pudo ver una grieta a unos metros de donde ella estaba. Trató de romperla, pero no lo consiguió.
Escuchó la voz de un chico, al principio no entendía nada. Pero la última frase era bastante clara "¿Porqué estoy rodeado de soledad?" había captado Meg, y por alguna razón tuvo sentido.

Parpadeó y en cuestión de segundos estaba del otro lado en un bosque en penumbras. Estaba maravillada, jamás había visto algo más hermoso. Aunque realmente se tratara del lugar de pesadillas ella estaba embelesada, todo era tan distinto al infierno. Se detuvo a escuchar el silencio. Era una tortura vivir con alaridos y gemidos incesantes.

Se percató que su piel emitía un brillo extraño e inusual que jamás había notado antes. Su cabello se tornó más rojizo y humano.

Atravesó el bosque y llegó a otro lugar aún más bello que el anterior. Sonrió y se asombró de su reacción. Jamás había sonreído por gusto o algo parecido.
Su ira y poderes infernales fueron canalizados por el árbol de mil rostros que la dejó permanecer en sus tierras.

Caminó con discreción y pudo ver una silueta a lo lejos. Se acercó un poco más con curiosidad. Se sentía tan tranquila.
Entonces pudo ver a Noah, estaba caminando con las manos hundidas en los bolsillos de los jeans, se encontraba por completo solo y podia ver que algo le aquejaba; Meg sopló y emitió un aire menos gélido y los temblores de Noah disminuyeron.

Meg se la pasó observando a Noah y le encantó. Cuando él desapareció Meg quedó fascinada y aseguró que lo volvería a ver.

***

Cuando Noah despertó del sueño con Meg, tocó su palma y yacía una quemadura con la piel al rojo vivo, no le dio muchas esperanzas de vida a su piel.

Se levantó del sillón en el que había dormido la noche anterior. Saludó a su mamá, que no le dio mucha importancia al comportamiento desatado de su hijo la noche anterior. Siguió hablando por teléfono con sus clientes del trabajo sonriendo y hablando hipócritamente.
Su hermana menor Kim entró en la cocina usando su celular y riendo mientras leía cada texto que le mandaba su conquista.

-¿Con quién hablas, niña?- preguntó husmeando en la pantalla de su iPhone.

[Hablamos luego] escribió y bloqueó la pantalla.

-Con nadie, ebrio- dijo acusándolo y tomando el café del centro de mesa- déjame adivinar la razón...

-No fue nada estoy perfecto- sonrió engreído.- cuando estés más grande entenderás lo liberador que es.

- Sí, lo que digas- dijo con indiferencia.- Pásame el azúcar.- le pidió mientras servía su café en una taza- ¡Dios!, tu palma, que asco, ¿qué ha pasado?- dijo en grititos.

-no tiene importancia, luego se curará - se encogió de hombros y se sirvió café.

Estaban en casa de sus tíos, que estaba en Boston; Todos se habían puesto ebrios a morir.
Esa mañana volverían a Los Ángeles y pasarían Año Nuevo en un restaurante cerca de casa.

-No, se ve horrible- aseguró.- Seguro te quitaran la mano.

-Gracias- sonrió cerrando los ojos y le dio un sorbo al amargo café. Puso cara de desaprobación pero continuó bebiendo.

-Te quedaras sin mano- volvió a afirmar Kim con cara de repugnancia.

Cuando el día avanzó, llegaron al aeropuerto y tenían todo listo; maletas, boletos, etc.

Sus padres no se hablaban como era costumbre. Ignorándose a través de sus celulares con la excusa del trabajo encima. Pero como en el avión no había señal para evitar otra platica, no les quedó más que convivir y hablar de su mala relación.

-Diablos Noah, espero que no hagan el ridículo frente a todos- dijo su hermana Kim tocándose la frente avergonzada.

Ellos se encontraban en una diferente fila y más atrás que ellos.

-No les hagas caso- la tranquilizó- finge que no los conoces.

-¿Y cuándo nos bajemos con ellos?; me dará mucha vergüenza ver como la gente nos mira.- continuó mientras los observaban perder los estribos.

-Que se jodan, nos vamos tu y yo- propuso Noah viéndolos alzar la voz, una aeromosa los hizo guardar silencio, pero ellos hicieron caso omiso a la advertencia.

-Buena idea- Kim se veía resignada. La cabellera dorada de su madre se movía explicando su punto de vista. Kim se parecía a ella aunque no quisiera admitirlo.

Últimamente su familia tenía dificultades, su padre había empezado a faltar de noche en casa, a embriagarse con frecuencia; e incluso Noah sospechaba que la infidelidad estaba en su lista de cosas que había hecho mal. Noah no lo entendía. Su madre era muy guapa para tener 49 años, era muy respetable y fuerte. Pero su padre había perdido esos puntos a considerar.

Noah se parecía bastante a su padre, tenían los mismos ojos verde aceituna y el cabello castaño con una piel blanca y cálida. Ambos tenían una estructura masculina por genética y eran de complexión delgada y alta.

-Noah, si se separaran no me molestaría- admitió Kim abriendo sus ojos azules.

-Ni a mí- apoyó su idea y Kim recargó su cabeza en el hombro ancho de su hermano y se durmió. Noah se preguntó si a ella le pasaría cuando creciera lo mismo que a él. Soñar de una manera inexplicable.

Se puso a pensar en Aria y vio por la ventanilla del avión en atardecer cálido, no es que le interesara excesivamente, más bien no la había visto últimamente y le preocupaba ella. Habían hecho un tipo pacto de compañerismo basada en la empatía de su sufrimiento.

Llegaron a Los Ángeles y descendieron Kim y Noah, a toda velocidad antes de que vieran a sus padres.
Tomaron un autobús a su casa y cuando llegaron ya era noche, Noah estaba rendido así que durmió a profundidad.

Entre mundos ❤ (REMASTERING)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora