capítulo 24 "miedos"

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"Sólo imagina lo precioso que puede ser arriesgarse y que todo salga bien"

-Mario Benedetti.

***

Cuando Aria llegó a su nueva realidad temporal, se veía algo confusa e incluso incómoda. Pero la necesidad de aventura era intensa.

Llevaba unos converse® negros y unos jeans de mezclilla con las rodillas rasgadas.
Un suéter de Marvel comics® color blanco; y cargaba una bolsa con alimento, un termo con agua, entre otras cosas. Se había equipado de todo eso en el otro mundo.
Podía traerlo consigo gracias a un truco mental que Hanks le había enseñado. Era sencillo, consistía en tomar las cosas simples que quisiera llevar  y amarrarlos con el atrapasueños,  haciendo una especie de nudo rodeando las cosas. Así se transportaban cosas sin dificultades.

Caminó hacia un plano boscoso que conocía a la perfección. Sacó una katana blanca y afilada, con una clase y elegancia mortal; que había ocultado en un tronco hueco, que hace tiempo consiguió en casa de su abuela. Estaba en el desván de su difunto abuelo Jonha. Lo había hurtado a escondidas mientras todos dormían.

Se lo puso en el hombro y  caminó hacia una ciudad llena de gente.

Subió a una edificación urbana y en el techo se detuvo a ver los matices del cielo azul.

Se armó de valor, respiró y se paró en la orilla de la marquesina. Hanks le había indicado que para invocar a las sombras tenía que experimentar una adrenalina extrema similar a la muerte. Así que Aria tuvo la idea de lanzarse de un precipicio.

Tomó valor, agarró su bolsa fuertemente con sus puños y respiró profundamente y se impulsó.

Al caer sentía que su corazón se saldría de su pecho, por un momento se arrepintió de haberlo hecho.
El aire pegaba con su rostro y parecía quemarla.
Era incapaz de abrir por completo los ojos sin lagrimar.
Su cabello largo y rebelde azotaba sus facciones con suficiente brusquedad.

-Yo te invoco, a ti y a tus enteras sombras, entrego mi miedo como tributo para entrar a tu reino de sangre.- Gritó con dificultad -¡Diablos!- bramaba desesperada. Sintió que era una eternidad

Para cuando ya iba a tocar el grisáceo pavimento cayó bruscamente sobre pasto seco, aunque no era nada comparado con lo que iba a sufrir sí no llegaban por ella las sombras.

Aria tenía las manos sobre la cara y derramaba lágrimas de susto.
Se escucharon dramáticas y enfermizas risas a su espalda, que se detuvieron y se retiraron dejando un silencio mortal.

Se quiso levantar, pero tenía las rodillas sangrantes y punzantes. Sacó de su mochila un botiquín de primeros auxilios y se vendó las heridas.

Tenía moretones en todas partes y le dolía la cintura. Pero las rizas de aquellos desconocidos no habían hecho nada más que motivar su determinación.

Caminó lastimada y llegó hasta la entrada de otro mundo.
Era una reja negra e imponente, con enredaderas llenas de espinas; rodeaban todo el perímetro.
Habían unas letras en color dorado que decían "bienvenidos".

Entre mundos ❤ (REMASTERING)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora