Capítulo 10:

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NARRA LEILA

Durante esas horas mi cabeza no dejó de darle vueltas al asunto de los chicos, y cada vez que lo pienso, ahora unas semanas más tarde, me vienen muchos más nombres a la cabeza uno que destaca en especial, del que me siento mal. Me pongo de pie y salgo de la habitación. No quiero pensar en esa sensación de daño, que se sitúa en el pecho, en su interior, que martillea y grita por salir, no se lo permitiré no de nuevo y mucho menos ahora, que todo parece ir en calma. Ando hacia la máquina expendedora y saco un refresco. Me vuelvo al cuarto y preparo una bolsa pequeña para volver a Barcelona en el puente, aunque sea sola prefiero estar allí que aquí.

Salgo de nuevo de mi habitación y decido tomar el camino que una vez Leo el hermano de Abi me mostró para llegar el comedor. Empiezo a andar hasta que me encuentro con unas escaleras a la derecha y otras a la izquierda.

¿Derecha o izquierda? No me acuerdo—digo en voz alta en busca de inspiración—Bueno pues derecha.

Sigo las escaleras de la derecha y bajo me encuentro en un pasillo al que también escojo ir hacia la derecha, al fin llego a un pasillo conocido, el de dirección, cuando paso por delante de la puerta entreabierta, no puedo evitar escuchar.

Pero señora...—dice el director que se calla de golpe— Entiendo su estado de indignación pero no creo que para Erica sea la mejor opción.

¿Hablará de mi amiga? Me quedo escondida detrás de una planta que hay.

A su hermana le fue genial, no entiendo porque ahora hay tanto problema, y mire que su hija Camila no se juntaba con las mejores chicas—dice el director y oigo los ruedecitas de la silla chirriar—no creo que sacar a Erica del colegio sea la mejor opción, Señora Rodríguez.

Mierda, es mi amiga Erica.

Salgo corriendo de allí hacia el comedor, busco a Abi con la mirada, pero no la encuentro allí dentro. Salgo disparada hacia el ala femenina y justo en el primer escalón se encuentra una Abi llorosa, con la cara roja y los ojos hinchados.

Abi—digo y la abrazo ella me abraza muy fuerte y solloza un par de veces.

Se separa de mí despacio al cabo de unos segundos.

Perdona he manchado tu camiseta—dice y se seca las lágrimas con la manga de su blusa.

Abigail, no te preocupes todo estará bien—digo y le cojo las manos.

Tiro de ella escalones a bajo y la hago salir al jardín en el que estuve con Alex.

Se lo de Erica—digo y ella vuelve a sollozar.

Erica es mi mejor amiga, no se puede ir así como así—dice—sus padres siempre hacen lo mismo, todo porque dice que somos mala influencia—chilla ahora parece furiosa.

Pero sus padres no están aquí. ¿Cómo han llegado a esta conclusión?—digo

Porque Erica ha dejado de estudiar y ha bajado sus notas, dice que está demasiado ocupada conquistando a Jake—resopla Abi—yo no hice nada para que se centrase.

Eso no tiene nada que ver contigo y conmigo—replico—es culpa del corazón de Erica, aunque suene terriblemente estúpido—digo y Abi se ríe.

Las dos nos quedamos en silencio y reflexiono que podemos hacer. Una idea loca cruza mi cabeza, me pongo en pie.

Lo tengo, tu tan solo prepárate, esta tarde salimos—le digo mientras empiezo a andar de nuevo hacia el edificio.

Pero esta tarde hay una asamblea para debatir el tema de los horarios y del uniforme—replica preocupada mientras sigue mi paso acelerado.

Academia de intercambioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora