Capítulo 24:

13 1 0
                                    

NARRA LEILA

¡Belle cuidado!— gimo— ¡Belle no te escapes!— lloro— ¡Belle yo te quiero!— digo entre sollozos— ¡Belle no!— chillo al ver como cae por un precipicio— ¡Belle!— chillo incorporándome de golpe haciendo que los chicos se despierten al oírme.

Leila, —dice James abrazándome— ya está todo era una pesadilla, Belle está bien.

Era tan real...— digo temblando aunque no tengo frio. — Tengo que ir a verla— me levanto de la cama y me pongo mis zapatillas.

Leila para— Hunter me toma del cintura impidiéndome avanzar.

Necesito verla si no lo hago no estaré tranquila— digo mirando hacia la salida de la habitación.

Leila son casi las seis y media— dice Cody.

Entonces vamos— digo—me voy a cambiar y duchar pasad por mí a y treinta y cinco.

Me suelto de los brazos de Hunter y corro hacia mi habitación, entro a esta y me ducho rápido, abro el armario me pongo la ropa interior y cojo la falda negra normal con un polo de manga corta blanca, cojo la americana del colegio roja y me pongo las botas de montar negras con unos calcetines por encima de la rodilla rojos, preparo la bolsa de clase, y pongo dentro unos tacones negros para luego. Recojo mi pelo húmedo en una alta coleta y me pongo la pulsera de dijes, y cubro la marca que en vez de desaparecer parece que cada día toma más color en mi cuello.

Leila— llaman a través de la puerta.

Si— salgo de la habitación.

Toma te lo habías dejado en la habitación—dice James entregándome mi móvil, lo pongo en el bolsillo de la chaqueta y andamos deprisa hasta las cuadras.

Entro corriendo y busco el box de Belle, está vacío. Palidezco, mis piernas tiemblan y caigo encima de la paja que cubre el suelo.

No está—digo con un hilo de voz casi inaudible y tremendamente agudo, las lágrimas se acumulan en mis ojos.

Leila ¿Y Belle?—dice Austin con los chicos detrás.

No está— digo un poco más fuerte.

Leila, levanta cojeras frio— James y Alex me levantan del suelo, entonces reacciono.

Belle no está.

Bien mantendrás la calma Leila, ahora la buscarás sin llorar, ni chillar— me digo a misma, dejo la mochila en unos de los bancos y los chicos hacen lo mismo.

Salgo a fuera, a los campos de polo pero no está allí, voy hacia la pista cubierta y tampoco la encuentro allí, corro hacia los ruedos de doma, miro los tres que hay, nada, vacíos, miro en la parte trasera donde los dejamos atados y tampoco, solo queda el picadero. Corro hacia allí y la encuentro galopando por el picadero, está presa del pánico. Y Boo a fuera mirándola.

¡Belle, dios!— chillo pasando entre las barras de la cerca, y entrando al picadero, sin miedo a mancharme el uniforme— ¡Belle, mírame!— le chillo, la yegua se gira hacia mí y empieza a aminorar su velocidad hasta acercarse a mí al paso, la acaricio. — Ya está, estás conmigo, yo también he sufrido esta noche, pero estamos las dos bien, unidas, no te preocupes pequeña, estamos juntas— le susurro mientras abrazo su cuello.

¡¿Estás loco o que!?— oigo que chilla James a Boo, me acerco a ellos con Belle a mi lado.

¡¿Eso, estás loco o que!?— le chillo yo— ¡¿De quién tienes el permiso para tocar a mi yegua y más aún sacarla al picadero sola?! ¡Podría haberse hecho daño!—le chillo.

Academia de intercambioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora