Capítulo 25:

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NARRA LEILA

Ando despacio cuando noto que alguien me sigue, y empiezo a correr por la senda interminable que de hecho no se a donde lleva.

No corras, siempre te atrapo—dice esa voz tan familiar, pero a la vez tan desconocida, tan lejana.

Sigo corriendo, tropiezo con una rama en el suelo y caigo de bruces, me levanto y un punzante dolor recorre mi cabeza, corro dando tumbos por el bosque saliéndome de la senda, y me escondo detrás de los árboles mientras intento avanzar deprisa.

No te escondas, siempre te encuentro— oigo de nuevo y noto una presencia cerca.

Vuelvo a correr entre los árboles e intento subir a uno que parece hecho para escalar, pero el vestido largo que traigo me impide subir y la nieve encima de las ramas hace que mis botas resbalen, por primera vez me fijo en como es mi entorno nevado: repleto de grandes abetos y algún que otro tipo de árbol, el suelo está cubierto de nieve.

No te subas, siempre consigo bajarte—dice la voz.

Caigo del árbol encima de la nieve, me levanto y corro tan rápido como mis piernas me permiten, hasta llegar a un claro, que más que un claro es una trampa mortal, una vez dentro me doy cuenta de que no puedo salir, una persona, un hombre encapuchado al cual no le puedo ver la cara se acerca a mi amenazantemente.

Te he dicho que no huirías—dice la voz tenebrosa.

Aléjate de mí, no te acerques— digo temblando e intentando retroceder.

No, tengo que terminar contigo como lo hiciste tú con el chico, es su legado tú tienes la culpa, debes pagar—dice la voz, que ahora es femenina.

No, por favor, no fue mi culpa—digo.

Debes pagar—dice y me fijo en sus penetrantes ojos amarillos que es lo único que puedo ver de su cara.

No, por favor— le suplico tirándome al suelo de rodillas.

Debes pagar— dice lanzándose encima de mí con una navaja con la empuñadura cubierta de sangre seca.

¡Ahh!—chillo.

Me levanto de la cama y veo que todos me observan estoy sudando y con el pelo todo revuelto y pegado a mi cara y cuello, mi pijama mal colocado, de seguida me coloco bien la camiseta que dejaba ver un poco mi sostén.

¿Leila estás bien?— dice James intentando acariciar mi brazo.

Estoy bien—digo secamente apartando mi brazo— no me toquéis por favor— reprocho de mal humor, no es la primera vez que tengo esta pesadilla.

Perdón— dice él.

Aguardo varios minutos en silencio, y controlo mi respiración, me calmo y respiro hondo.

No hagáis caso nunca de lo que os diga luego de una pesadilla— les digo— voy al baño.

Me pongo de pie en la cama y empiezo a andar hacia el baño saltando las camas, me encierro con cerrojo y me siento encima de la taza del váter, me paso las manos con desesperación por el pelo, cuando parezco recuperada, el sueño sale al acecho de nuevo, y sé que me atormentará durante años. Ahora que parecía ir bien todo lo que hacía, siempre igual, golpeo la pared con toda la rabia del mundo. Pero esta vez no me derrumbaré, seré fuerte por él, él quería que yo fuera así, Ashton no me querría ver sufrir, y mucho menos por él. Me lavo la cara y salgo del baño. En completo silencio me vuelvo a meter en la cama y me abrazo a James que me acoge en sus brazos.

¿He hablado en voz alta durante el sueño?— pregunto.

Si— dice Hunter.

Sea lo que sea no es tu culpa Leila— dice Cody.

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