Capitulo 22.

37 2 0
                                    


  —¿Por qué les dijiste? —No me estaba gritando, pero su voz se mantenía dura.

—¿D-de qué hablas? ¡Yo no he dicho nada! —Decir que Justin no me daba cierto temor era una gran mentira.

—Pude escucharte.

—Sólo dije que no tienes un gran amor por la comida, ¡eso es todo!

—Te pido que no digas nada, por más pequeño que sea, ningún detalle acerca de mí. No necesito que me conozca nadie. —Soltó mis muñecas que se encontraban a cada lado de mi cabeza. No me hizo ningún daño, su agarre no era fuerte, ni mucho menos dejó marcas.

—¿Por qué?

—Ellos quieren arruinarme, y lo hacen por medio de las personas a mi alrededor. No quiero ponerlas en peligro. —En ningún momento mencionó a quiénes se refería, pero supuse que se trataba de Adam y Scott—. Casi te hacen daño por mi culpa.

—No sucedió. Y además, me salvaste, podrías hacerlo con los demás otra vez.

—No lo creo. Jamás volvería a mostrar mi debilidad por alguien.

— ¿Y por qué fue diferente conmigo?

—Ni yo mismo lo sé. —Dirigió su mirada a la puerta—. Tengo que irme. Lamento asustarte... Otra vez.

Y se marchó, dejándome con la palabra en la boca, y con mucho en qué pensar. Minutos después apareció mi amigo, con una enorme bolsa de papel en manos.

—Perdona la tardanza. ¡Pero también traje helado y sodas! —Dibujé una falsa sonrisa en mi rostro; no porque estuviera triste, porque ni yo misma sabía cómo estaba, sino para pretender que estaba bien y no con un caos en mi cabeza.

Lo acompañé a la cocina, donde preparamos la comida en platos y nos sentamos frente al televisor.

—Emma... —Lo miré desde la cocina.

—¿Qué pasa?

—¿Te encuentras bien?

—Claro que sí, ¿por qué no estarlo?

—Porque has dejado tu comida por mitad y no tocaste el helado.

—Se me fue el apetito, pero la dejaré para la cena, así que no toques no hamburguesa. —Amenacé con el dedo índice.

—Bueno, bueno... —Alzó las manos en señal de rendición.

—¡Aléjate de mi helado de caramelo! —grité, lo que hizo que se sobresaltara y que su soda se derramara en su regazo. En la casa se escucharon mis carcajadas resonando.

—¿Viste lo que has causado?

—Lo que sea con tal de proteger mi delicioso y frío amor de ti.

—No me lo iba a comer.

[...]

Esa misma noche cené mi postre, ya que no tenía muchas ganas de comer otra cosa, así que después me fui a dormir; esta vez sin pesadillas. Sólo me llevé el pensamiento de por qué Justin haría algo por mí, lo cual hizo que no durmiera pensando en las posibles razones.

Al día siguiente, Josh tuvo que ir a levantarme, pues me había quedado dormida aun después de haber escuchado mi alarma. Con pocas ganas hice lo de todos los días, excepto desayunar. Le dije a mi amigo que me sentía muy cansada como para caminar, entonces pedimos un taxi.

En el momento que llegamos a la escuela, no me dio tiempo a descansar un poco como ayer. Me vi obligada a correr a mi aula, no sin antes tomar lo necesario de mi casillero. Justo cuando tomé asiento en mi lugar de siempre llegó la maestra.

Not An Ordinary Boy. -Justin Bieber-.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora