Capitulo 36.

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Iba a comenzar a correr, cuando Justin tiró de mi brazo, prácticamente haciendo que me regresara al lugar inicial. Yo le eché una mirada de ‹¿Qué estás haciendo?›, pues quería saber qué había pasado con mi amiga.

—No corras, Emma. ¿Recuerdas lo que pasó hoy en la escuela? —No tenía que recordármelo.

—Está bien —accedí, poniendo los ojos en blanco. Justin movió su brazo hacia afuera, colocándolo sobre mis hombros. Involuntariamente me relaje y permití ir a la misma velocidad que él.

—Creo que caminas muy despacio —dije dándome cuenta de que no habíamos llegado siquiera a la puerta principal. O me estaba desesperando, o de verdad que era muy lento.

—No lo hago. Estás impaciente, por eso lo veces así. Pero no puedo dejar que

vayas tú sola. Mientras más te relajes, podrás controlarte mejor. Mira, ve a preguntarle a la joven del escritorio dónde está tu amiga. Y recuerda, no corras. —Asentí, alejándome de Justin. Con paso lento, pero impaciente, me acerqué a la chica que estaba escribiendo en el computador.

Al verme, ella dejó lo que estaba haciendo y me dedicó una pequeña sonrisa, seguida de un amable «¿En qué puedo ayudarte, señorita?».

—Quiero saber dónde puedo encontrar a Danielle Stewart. —Apoyé mis temblorosas manos en una pequeña parte del escritorio, mientras esperaba por su respuesta. Ella tecleaba muy rápido, pero el tiempo se movía muy lento.

—Ella está en el piso 3, habitación 108.

—Gracias.

Luego me dirigí hacia Justin, que no se había movido de la puerta. Tenía las manos dentro de los bolsillos de sus vaqueros, alzó la vista cuando me posicioné frente a él.

—Me dijeron que ella está...

—En el piso 3, habitación 108. Vamos. —No tenía que decírselo, claro. Él lo escuchaba desde donde se encontraba. Tomó mi mano, mientras

caminábamos a los ascensores.

Oprimí dos veces el botón que tenía el «3», y lo habría oprimido una tercera, de no ser porque Justin apartó mi dedo de allí, obligándome a que me calmara.

Tras varios segundos de espera, las enormes y metálicas puertas se abrieron, dejando a la vista un enorme corredor con puertas a cada lado.

«101, 102, 103...» Contaba en mi mente mientras trotaba en busca de aquella puerta. Una vez que esta estuvo delante de mí, toqué con mis nudillos temblorosos.

—Adelante —dijo una voz muy familiar. No, esa no le pertenecía a Danny, sino que a Ryan.

Una vez que lo vi, quise lanzarme sobre él y darle unos buenos golpes por no haberme dicho qué le pasaba a mi amiga realmente. ¡Ella estaba charlando con todos mis amigos mientras yo me moría por un ataque de pánico! Ese chico no se salvaría de por lo menos un tirón de su oreja, como lo haría una anciana. Estaba segura de que si hacía más, podrían descubrir el secreto.

Ignorando a Ryan, me acerqué a la camilla donde se encontraba aquella joven. Tenía una aguja intravenosa en su mano izquierda, y unos pequeños tubos ubicados en su nariz, pero a pesar de ello, no parecía estar pasándola tan mal.

—¡Emma! —dijo con una espantosa voz ronca, la cual ignoré y respondí a su saludo sonriendo.

—Por Dios, ¿qué te pasó? —pregunté. Viéndola más de cerca, también se podía notar que su rostro estaba teñido ligeramente por un color rojo, y estaba segura de que no se sonrojaba en ese momento.

Not An Ordinary Boy. -Justin Bieber-.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora