Capitulo 32.

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  Devuelta en su casa, y su habitación, Justin sostenía la jeringa que compramos. Estaba dudando, lo sabía. El líquido púrpura se encontraba en la mesita de noche junto a la cama. Yo no apartaba la mirada de él.

—¿Estás segura de esto, Emma? —él preguntó, la seriedad estaba en cada palabra que salía de su boca.

En mi mente, flotaban cientos de cosas que creía que podían sucederme, y eso no me estaba ayudando para nada. Nada más pensaba en los "¿Qué pasaría si...?"

—Yo... —Lo pensé una última vez—. Sí, quiero hacer esto.

—De acuerdo. —Soltó un suspiro, esa no era la respuesta que quería oír.

Tomando un algodón, lo humedeció con alcohol. Extendí mi brazo frente a él, mientras tragaba saliva. Sentí el frío líquido tocando mi piel, antes de una punzada en el mismo lugar y algo extraño recorriendo mi cuerpo.

—Ya está —avisó—. ¿Cómo te sientes? —preguntó, preocupado.

—Pues... —Cuando estaba por contestar, un ligero mareo se apoderó de mí completamente, volviéndose más fuerte cada segundo que pasaba. Me costaba mantener el equilibrio y no caer hacia adelante.

—¿Emma? —La voz de Justin se oía distante—. ¡Emma, por favor! ¿Qué tienes? —Él tomó mis hombros. Lo veía como una mancha borrosa frente a mí. Ya ni siquiera lo oía hablar.

Eso ocurrió antes de perder el conocimiento.

[...]

Dejé escapar un gemido por las náuseas que estaba sintiendo. Ya no me encontraba mareada, pero no era como di me sintiese mejor. Una mano se posó en mi frente, y no ver quién era, agarré su muñeca como si fuese un reflejo.

—Uh... —Oí el quejido de Justin—. Me aprietas muy fuerte la muñeca... —dijo, con una cara de dolor. Rápidamente, lo solté, sintiéndome culpable por haberle hecho eso.

—Lo siento, fue como sorpresa... —me disculpé, recibiendo un asentimiento de cabeza como respuesta.

—¿Qué tal te sientes? —preguntó, sin moverse de su lugar.

—Extraña y con ganas de vomitar —confesé, haciendo una mueca.

—¿Sabías que te ves diferente? —Sacudí mi cabeza—. Pues sí, eso haces. Comenzando por el hecho de que estás más pálida de lo usual...

—¿Y si funcionó? —dije, con curiosidad. Él se tomó su tiempo para responder:

—Ahora tienes más fuerza que antes —dijo, frotando su muñeca. Una punzada de culpa me recorrió.

—¿Y en lo demás también? —Él se encogió de hombros.

—Tendremos que averiguarlo. —Se puso de pie—. Ven. —Extendió su mano para que la tomara, y eso hice. Me condujo hacia su ventana y subió hasta el techo. Imité su acción, la cual se me hizo más fácil que la vez anterior.

El viento fresco soplaba mi cabello y lo movía con suavidad. Estando, de pie, había una gran vista desde donde me hallaba. Justin tocó mi hombro, haciendo que me sobresaltara.

—¿Ves esa casa? —Apuntó con el dedo a su izquierda. Yo asentí—. Trata de saltar y llegar allá.

—Bien... —acepté.

—Es sencillo: sólo corre y cuando llegues al borde, impúlsate y listo.

Tomé una profunda respiración, me estiré un poco y corrí como me dijo Justin. Cuando creí que era la oportunidad, lo hice. Quedé desconcertada al sentir un poco de viento y que me detenía. No sabía que tenía los ojos cerrados hasta que me sorprendí por ver a Justin varios metros de distancia.

Not An Ordinary Boy. -Justin Bieber-.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora