Capitulo 8.

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  Dejé la caja de pizza encima de la mesa frente a mí. Saqué un plato desechable —ya que no tenía ganas de lavar los normales— y me serví un trozo. Era un poco difícil despegar el queso derretido que tenía. La última vez que había comido pizza fue en mi cumpleaños, hace seis meses exactamente. Serví refresco de naranja en un vaso desechable. Lo tomé después de haber terminado lo que iba a comer.

Mis padres llegaron a eso de las tres de la tarde, limpié la cocina y la sala de estar, evitando rastro de la pizza. Estaba en mi habitación, detrás del pequeño sillón que tengo. Lo que quedaba iba a ser mi cena. A ellos les preparé un poco de espagueti.

Cayó la noche, en todo el día no había hecho nada lo suficientemente ultra interesante que contar. Tomé una ducha y dormí.

La alarma de mi celular hizo su función de despertarme para asistir a la escuela. Desayuné unos hot cakes con miel. Como era de costumbre,
Helen y Richard ya no estaban en casa. Eso me dio la oportunidad de deshacerme de la caja vacía de pizza.

Con mi mochila en mis hombros y la caja en mis manos, me aproximé a bote de basura de los vecinos y la dejé allí.

Seguí con mi camino hasta llegar al edificio. Algunos profesores comenzaban a llegar, sólo unos cuantos estudiantes estaban aquí, entre ellos Justin.

Se acercó a mí con lentitud. No pude descifrar la expresión en su rostro, estaba nulo.

—Dejaste algunas cosas en mi casa —dijo con su voz suave. Mojó sus labios con su lengua antes de proseguir—. ¿Te sientes bien?

—Sí. No tengo ninguna herida, es como si se hubiese esfumado —El fantasma de una sonrisa se asomó por su boca. Me entregó los libros y cuadernos.

—Con respecto al proyecto, no te preocupes; las plantas están en mi auto.

—Gracias.

—Estaré en la biblioteca —dijo y yo asentí.

Pasaron diez minutos, estaba sentada en un banco, sin nada que hacer. Decidí ir con Justin a la biblioteca.

Caminé por los angostos pasillos con estantes. Al fondo estaban las mesas, y Justin sentado frente a una.

—Hey —murmuré con una pequeña sonrisa.

— ¿Qué haces aquí? El trabajo ya terminó, ya no te ves en la obligación de estar conmigo; ve con tus amigos.

— ¿Por qué piensas eso de mí?

—Porque sé que no soy el tipo de persona con la que acostumbras estar.

— ¿Y? No creo que seas como los te llaman.

—Gracias. Pero aun así no es bueno que estés conmigo —Se puso de pie—. Que tenga un buen día
en la escuela, señorita Sanders —Giró sobre sus talones, dirigiéndose a la puerta.

Me quedé desconcertada por una décima de segundo. ¿Qué fue eso de «no es bueno que estés conmigo»? No creía que se estaba refiriendo a la escuela y como me ven los demás.

La campana me sacó de mis pensamientos, diciéndome que la clase estaba comenzando.

Corrí escaleras abajo, cogiendo mis cosas de mi taquilla. Al entrar en el salón, era la única además de Sally, la segunda mejor estudiante de la clase, —yo era la primera— y el Profesor Osment.

Todos entraron al aula y el profesor automáticamente comenzó con su explicación del arte en los siglos XV y XVI. Admito que era aburridísima, sin embargo, debía prestar atención. No tenía de otra.

Not An Ordinary Boy. -Justin Bieber-.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora