Capitulo 38.

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  —No, descuida. —Él contestó un minuto más tarde. Pero su actitud no cambiaba. Lentamente fui acercando mi mano a la suya. Debatía entre tomarla o no, y al final ya tenía mis dedos entrelazados con los suyos. Dejé de mirar nuestras manos y alcancé sus ojos, los cuales se veían oscuros, aunque no menos hermosos—. ¿Qué haces? —Su voz salió ronca, con un toque sensual.

—Sólo te miro, creo que no es nada malo. —Me encogí de hombros, antes de darme cuenta de que nos habíamos detenido. Podía ver la puerta de mi casa a unos metros, al igual que era posible para mí percibir el escándalo que hacían mis primos al gritar.

—Está bien. ¿Seguimos? —preguntó, después hizo un gesto con la cabeza. Moví la mía de arriba abajo, mientras comencé a mover mis pies a un ritmo lento, como Justin.

Teníamos todo el tiempo del mundo, ¿para qué la prisa? Nadie nos esperaba, y así podíamos disfrutar de la suave brisa que soplaba en nuestros rostros, y el delicado sonido de los pasos que cada uno daba despacio. Por un momento quise detenerme a ver las estrellas, justo hoy el cielo estaba despejado, tal vez podríamos subir al techo de la casa de Justin y admirarlas con su compañía...

Él abrió la puerta para mí en el momento que llegamos, con un gesto le agradecí a la vez que me movía hacia el interior, cálido y silencioso. Congelé mis pasos en cuanto vi la mesa preparada para una cena. Sobre ella se encontraban dos pequeñas pero hermosas velas color celeste, debajo de un mantel blanco. Me giré para ver a Justin, quien se encogió de hombros, colocó una mano en mi espalda y nos condujo hacia allí.

Tiró una de las sillas para que yo me sentara, y así lo hice, a pesar de que todavía estaba confundida respecto a esto. ¿Qué mosca le picó? ¿Por qué lo hizo? De todas formas, resultaba ser un gesto digno de admirar.

Cuando se sentó frente a mí, le eché una mirada, queriendo saber por qué se había molestado en esta cena. Todo estaba organizado perfectamente, lo cual logró que me sintiera bien, como si yo le gustara tanto como él a mí.

Antes de que tuviera la oportunidad de articular una palabra, él suavemente colocó un plato frente a mí. Inhalé su aroma, el cual me decía que era pescado con verduras. Bajé la mirada y eso mismo resultó ser. Tomé el tenedor y comí un poco.

Su delicioso sabor estalló en mi boca, haciéndome querer otro bocado. Ante mi reacción, vi que Justin relajó sus hombros, casi como si esperara que no hubiese salido bien. Levantó una de las copas frente a él y yo imité su acción. Después de un brindis, comí hasta dejar el plato vacío. Sonrió cuando le dije que no pudo saber mejor, no mentía.

Durante la cena, hablábamos con naturalidad, como siempre. No mucho, puesto que Justin no solía sentirse tan cómodo con tanta conversación. Yo no tenía problema con aquello. Lo respetaba, él tenía sus motivos.

Se levantó por un minuto y luego regresó con un tazón pequeño. Helado de vainilla con chispas y una pequeña cereza sobre una pequeña bola de crema batida. Él tomó la cucharilla y la hundió en el postre. La acercó lentamente hacia mi boca y comí. El calor se aproximaba y subía hasta posarse en mis mejillas, que cambiaron a un tono rojizo. Tiré de mis labios en una sonrisa, y Justin me regresó el gesto.

Continuamos de esa forma hasta que terminamos. Dos minutos más tarde, mi celular vibró dentro de mis bolsillos.

—¿Diga? —hablé desde que lo hube desbloqueado y contesté.

—Cariño —dijo la voz de mi madre—. ¿No crees que sea hora de que regreses a
casa?

—Ehm... sí —acepté de mala gana.

Not An Ordinary Boy. -Justin Bieber-.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora