Capítulo 33

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NINGÚN descubrimiento ulterior movió a Emma a retractarse de la mala opinión que


se había formado de la señora Elton. Su primera impresión había sido certera. Tal como


la señora Elton se le había mostrado en esta segunda entrevista se le mostró en todas las


demás veces que volvieron a verse... con aire de suficiencia, presuntuosa, ignorante, mal


educada y con una excesiva familiaridad. Poseía cierto atractivo físico y algunos


conocimientos, pero tan poco juicio que se consideraba a sí misma como alguien que


conoce a la perfección el mundo y que va a dar animación y lustre a un pequeño rincón


provinciano, convencida de que la señorita Hawkins había ocupado un lugar tan elevado


en la sociedad que sólo admitía comparación con la importancia de ser la señora Elton No había motivos para suponer que el señor Elton difiriese en lo más mínimo del


criterio de su esposa. Parecía no sólo feliz a su lado, sino también orgulloso de ella. Daba


la impresión de que se felicitaba a sí mismo por haber traído a Highbury una dama como


aquella, a la que ni siquiera la señorita Woodhouse podía igualarse; Y la mayor parte de


sus nuevas amistades, predispuestas al elogio o Poco acostumbradas a pensar por sí


mismas, aceptando el siempre benévolo juicio de la señorita Bates, o dando por seguro


que una recién casada debía ser tan inteligente y de trato tan agradable como ella creía


serlo, quedaron muy complacidas; de modo que las alabanzas a la señora Elton fueron de


boca en boca, como era de rigor, sin que se diera la nota discordante de la señorita


Woodhouse, quien se mostró dispuesta a seguir fiel a sus primeras frases, y afirmaba con


exquisita gracia que se trataba de una dama «muy agradable y que vestía muy


elegantemente».


En un aspecto, la señora Elton empeoró respecto a la primera impresión que había


producido a la joven. Su actitud para con Emma cambió... Probablemente ofendida por la


fría acogida que habían encontrado sus propuestas de intimidad, se hizo a su vez más re-


servada, y gradualmente fue mostrándose más fría y más distante; y aunque ello le fue


muy agradable, este despego no hizo más que aumentar la ojeriza que Emma le


profesaba. Por otra parte, tanto ella como el señor Elton adoptaron una actitud despectiva


respecto a Harriet; la trataban con un aire de burlona superioridad. Emma confiaba que


ello iba a contribuir a la rápida curación de Harriet; pero la mala impresión que le


causaba su proceder acentuaba aún más la aversión que Emma sentía por ambos... No


cabía duda de que el enamoramiento de la pobre Harriet había sido motivo de


confidencias por parte del señor Elton (quien debía de pensar que de ese modo contribuía


a la mutua confianza conyugal), y lo más verosímil era que hubiese hecho todo lo posible


para presentar el caso de la muchacha bajo un aspecto poco favorable, al tiempo que él se

Emma - Jane AustenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora