CAPITULO 7

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Día 2167 en la Tierra. 4to día de verano. Medio día.

Han sido 6 largos años. Nadie ha recorrido de nuevo los pasos que antes habían en este bosque y la hierva crece libre y sin control a su alrededor. Noches y días pasan, neva, llueve y graniza, él solo puede ver la vida humana pasar tan lentamente que se convierte un martirio, como ver una y otra vez la peor película producida en la historia, sin descanso.

Nacen, crecen, procrean, crían y mueren. Una y otra vez, cientos y cientos de individuos repitiendo el mismo patrón, animales de todo tipo, mamíferos, aves, reptiles y humanos. Los veía nacer y morir, toda su existencia había sido así, la única diferencia es que antes podía prestar o no atención, ahora no le quedaba más remedio que ver la vacía existencia mortal hasta el final de sus tiempos.

Escuchó el suave murmullo del viento que hacia cantar a los arboles, esa canción, tan hermosa, le hacía más soportable esta terrible cárcel de piedra. Esta única maravilla terrestre, pensó, le gustaría guardarla algún día si llegará a retornar...

¡ALTO! ¡¿MELANCOLÍA?! ¡Malditos humanos!

Tanto mirarlos le ha enfermado, ya comenzaba a hablar como uno. Le daban nauseas.

Nada en este maldito planeta es divertido.

Escuchó pasos de pronto, vio la maleza removerse a lo lejos, algo se aproxima y, por la hora del día,probablemente sería no más que otro venado buscando comida, pero no se quedaría demasiado tiempo, no hay demasiado por aquí.

Luego de un rato lo que aparece no es un venado, sino una silueta humana que se acerca buscando algo, acompañada de los pasos que había escuchado anteriormente...

Esto se pone interesante.

Ante su tumba de piedra apareció un alto hombre de apariencia poderosa y acabada, parecía un hombre de mucho poder y dinero. Al principio creyó que era un turista perdido o algo así, pero aquel hombre se había detenido justo frente a su tumba de piedra y le contemplo largamente, entonces llamo su atención lo que del cuello de aquel hombre colgaba: un amuleto, como el que alguna vez llevo Guideon.

-Mi señor, ¿pero que le ha pasado?- Susurro acunclillandose hasta quedar a la altura de la lapida. Esto comenzaba a agradarle. -Sabia que debía venir cuando el amuleto que me dio dejo de funcionar.

El hombre se quito el amuleto del cuello y lo coloco sobre la lapida. Comenzó a desherbar el lugar con sumo cuidado, como arreglando un jardín. Enseguida se aburrió de verlo, el hombre era viejo y muy lento, aunque cuidadoso, pero seguía siendo aburrido... Entonces pensó:

Durante mi existencia he hecho tratos con cual más idiota y, aunque la mayoría de las veces he cobrado la equivalencia de los favores que he otorgado, existió alguno que otro al que nunca le he cobrado... Como tal vez es el caso de este hombre.

El viejo terminó de quitar la hierva de alrededor, había hecho un circulo alrededor de la lápida y ahora dibujaba algo con aerosol de color azul en el suelo sobre el cual después puso varias velas.

Comenzaba a oscurecer y las velas daban un extraño aspecto lúgubre al lugar, le agradaba la decoración que el hombre había hecho para el. Creyó que se iría luego de eso, pero se sentó frente a la lapida, fuera del círculo, cerro los ojos y con voz profunda comenzó a recitar cantos... Los reconoció al momento. Eran cantos prohibidos, cantos de la magia más oscura existente...

Las aves en el cielo redujeron la velocidad de su vuelo hasta quedar estáticas en el cielo que lentamente perdía su color naranja causado por el crepúsculo. La canción del viento se hizo más agresiva y después paro de golpe, llevándose el color y la voz del bosque. Lo único que se escuchaba era el profundo canto de aquel anciano hombre.

El hombre dejo de recitar su poesía oscura, sus ojos brillaban de forma tétrica, como si hubiese sido poseído por un terrible demonio y de sus labios escapaban mantras demoníacos.

Con cada palabra recitada la tumba de piedra se quebraba, otra palabra, otra fractura, la canción seguía y seguía hasta que al final la lapida de piedra se pulverizo, liberando de si un triangulo trazado con fuego que se fue elevando.

Una risa desquiciada acompaño los cantos poseídos del anciano, al tiempo que el triangulo iba pasando de su forma isósceles a una humanoide. Al final de aquella figura no quedó mas que la brillante luz de fuego.

El anciano hombre callo al suelo casi moribundo del esfuerzo excesivo para su desgastado cuerpo y, frente a él, había quedado un hombre joven de apareciencia cordial. Extrañado por la aparición, el hombre levantó la vista del suelo lentamente hasta toparse con la profunda mirada en ámbar del joven frente a él.

No alcanzaba a entender que había sucedido, el recordaba a su señor como una figura geométrica, no como un ser humano. ¿Habria hecho algo mal?

-Muchas gracias por liberarme de ese espantoso tormento, buen hombre.- Dijo el muchacho ayudándole a ponerse de pie al hombre. -¿Cual es su nombre?

-A-Alec...- Susurro el anciano aun sin comprender que pasaba. -¿Es usted, mi señor Bill?

El muchacho, cuyo cabello era rubio, levanto una ceja como si le estuvieran tomando el pelo y sonrió. -Claro que lo soy.- Afirmo.

-Pero es que... Usted... Su... Cuerpo...- Tartamudeaba el anciano sin poder explicarse, pero bastaban esos bobos balbuceos para que el rubio entendiera lo que decía. -¡Además esta desnudo...!

-No se escandalice, Alec. Parece ser que al retornar con tan poco poder me he visto obligado a permanecer en esta primitiva y compleja forma. Sera sólo momentáneo.- Explico el más joven mirándose. -Alec... ¿Alguna vez le cobre el favor que le hice en nuestro trato?

El demonio le hecho una mirada disimulada al mayor mientras fingía sorprenderse con su cuerpo humano. El anciano hizo un movimiento de cabeza curioso, ladeandola y luego negando.

-Me parece que no, mi señor.- Hizo una leal reverencia al contestar, como si con quien hablara fuera un rey. [Bill, mi rey. Papasito 7u7 (?)]

-Mh... Ya veo...

-¿Por que la...?- El anciano no alcanzo a terminar de formular su pregunta, el demonio lo había tomado por el cuello y, con una sonrisa demente, le levantaba sin dificultad alguna, asfixiando lentamente al hombre.

-Yo te di poder. Tú me liberaste. Estamos a mano.- Bill ensancho su sonrisa con satisfacción. -Estamos a mano...

El demonio apretó su agarre, al punto de que el hombre apenas y podía soltar un pequeño quejido, sentía su frágil traquea romperse bajo la presión de sus dedos y se emocionaba con el chasquido que producían. Acerco al anciano hasta él y le colocó una mano de forma brusca en el rostro, entonces el rostro del viejo comenzó a brillar levemente; aquel brillo avanzaba hasta la mano de Bill, dejando el cuerpo de quien lo había traído a la vida de vuelta lentamente sin color, sin luz, sin vida.

Cuando termino con el le rompió finalmente la traquea, pulverizándola solo con la presión de una de sus manos y, las uñas, que si bien no eran largas si muy afiladas, se enterraron en la reseca piel del cuello, rompiéndola, por lo que la cabeza se separo del resto del cuerpo y cayo al suelo con un ruido sordo, solo un cuerpo sin vida.

-Gracias Alec.- Dijo el demonio mirando la cabeza que ahora parecía de juguete, la lanzo lejos como si solo fuera un pedazo de basura para sacudirse enseguida las manos con elegancia. Iba a retirarse del lugar, pero al echar un ultimo vistazo al cuerpo sin vida de su fiel recordó con algo de gracia que iba desnudo.

Se acerco al cuerpo y comenzó a desnudarlo. -No creo que te importe si tomo prestado tu traje, ¿Verdad Alec?

Se vistió con todo lo que el anciano llevaba y se contemplo nuevamente. Desde su perspectiva y su ángulo, se veía exactamente igual que cualquier otro humano, pero mas elegante. Una camisa amarilla bajo un chaleco negro, pantalones negros de vestir y una botas negras pesadas y elegantes.

Se encogió de hombros y comenzó a caminar por el bosque con ligereza. Planeaba ir a visitar a alguien y no podía llegar tarde.

Si No Esta Prohibido No Es Divertido (Bill X Dipper)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora