CAPITULO 10

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— ¿"El capital" de Marx?— una voz llamo mi atención y me hizo bajar el libro en el cual estaba concentrado. — La critica de la economía política... ¿No es algo... Complicado para un muchacho como tú?

Levante la vista y, ante mi, se hallaba un hombre alto (al menos más que yo), de tal vez unos 23 años, rubio y de ojos color ámbar que me miraban atentamente, me examinaban de tal forma que parecía que podían ver dentro de mi mente. Algo aturdido cerré el libro y me enderece, examine un poco al hombre y me sentí más abrumado aun al sentir que ya le había visto en algún lado antes.

—N-No lo creo...— dije apenas, tratando de despabilarme. —Me parece una lectura bastante apropiada para mi edad.— me defendí pobremente poniendo una mirada seria. —¿Puedo ayudarle en algo, señor?

Entonces el rubio se hecho para atrás y comenzó a reírse como si le hubiera contado el mejor chiste de su vida. Puso una mano sobre su abdomen y la otra cubriendo su boca con algunos dedos, tal vez tratando de parar su risa, luego me miro de nuevo con una sonrisa extraña, torcida... Un escalofrío me recorrió el cuerpo.

—Estoy... Buscando un lugar donde quedarme.— contestó con sencillez acercándose al mostrador sin quitar su perturbadora sonrisa. —Creí que este sería un buen lugar para pasar la noche.— luego miro de reojo al rededor y subió su tono de forma considerable, como si tratará de hacerse notar para alguien. — ¡Pagare bien por el hospedaje!

—No importa si pagara bien o no. Me temo que la Cabaña del Misterio no es...— decía cuando, como por arte de magia, mi tío Stan se asomo por el pasillo con una enorme sonrisa.

— ¿Alguien me llamo?— ambos volteamos a verle. En contra de las leyes biológicas y de mis creencias, la sonrisa del rubio se alargo aun más, dejando sobre su rostro una expresión tetricamente amable, yo por el contrario, mire a mi tío suplicante para que no le hiciera caso a este loco, pero como era de esperarse, mi tío me ignoró por completo.

—¡Buenas tardes! Debe ser usted el famoso Señor Misterio. — El rubio le extendió una mano a mi tío, aparentemente cordial y mi tío se la estrecho con energía.

—Ese soy yo, es un gusto.¿En que puedo ayudarle?— contesto el interpelado mientras se inflaba como pavo real ante el cumplido.

—Mi nombre es Viktor Wildnes. Estoy buscando un lugar donde pasar la noche y... Me preguntaba si seria tan amable de darme refugio en su casa, buen hombre.— se explico el rubio haciendo una cortés reverencia hacia mi tío. Mi tío examino al hombre con los ojos entrecerrados y una mano rascando su barbilla, con cierta duda y escepticismo.

—Mmhhh... ¿Y piensa usted pagarme por el hospedaje, la comida, uso sanitario y...?— pregunto Stan cruzándose de brazos con mirada seria y severa hasta que se vio interrumpido por el rubio.

— Por absolutamente todo, Señor Misterio. ¿Le parecen bien 500 dolares por dos noches con todo incluido?— El rubio comenzó a rebuscar en la bolsa de su abrigo. Mi tío Stan quedo notablemente sorprendido por la cifra sugerida, pero claro que no iba a permitir que un tipo como este se quedara en la cabaña.

— ¡No! ¡Tio Stan!— farfulle entre dientes tratando de que solo mi tío me escuchara, él me miro con el ceño fruncido y la mirada fulminante y me ordeno que me callara, acentuando sus palabras haciendo como si se cortara el cuello mientras negaba. Justo cuando el rubio saco el dinero de su abrigo, por el rostro de mi tío se extendió una sonrisa casi igual de torcida que la de su interlocutor, tomo el dinero a toda velocidad y lo guardo dentro de su saco.

— Que disfrute su estancia en la Cabaña del Misterio, fue un placer hacer negocios con usted. Mi sobrino le mostrara su habitación. — dijo mi tío yendo hasta donde estaba yo y dándome algunas palmadas en la espalda con demasiado entusiasmo. Me quede boquiabierto, mire al rubio y luego a mi tío, ambos me miraban con una sonrisa, pero la del rubio era extraña, entre arrogante y maliciosa, pareciera que se burlaba de mi.

Si No Esta Prohibido No Es Divertido (Bill X Dipper)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora