Capítulo 5. Maldita Buena Memoria

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Asimilar cosas que en tu mente llevaste pensando que eran de cierta forma, y luego tener que aceptar que pueden ocurrir de otra manera, y no obstante, convivir con eso, no es tarea fácil, por lo que tuvimos tantos problemas para poder llegar a un estado de calma, en el que ambos podíamos pasar días enteros sin tener discusión alguna. No podía ocultar mis celos, en caso de llegarlos a sentir, pero tampoco podía matarme pensando en que eso podía pasar en cierto momento, porque eso hacía mella en mi mente, y el insomnio se apoderaba de mí. En ciertas ocasiones pensé que Aleja jugaba conmigo y yo no podía hacer nada para evitar que lo hiciera.

La gente no le teme al amor, sino al desamor, a la tristeza, al sufrimiento. Yo pensaba conseguir una persona que encajara totalmente en mi vida, sin tener que hacer tanto esfuerzo, pero no me habían hecho la bienvenida a la realidad, que era muy dura en ocasiones.

-Hola, Aleja, ¿podemos salir a cine hoy?
-Mmm, creo que no podremos. Saldré con mis primos hoy, ya sabes, la familia. -Me respondió, como maquillando una excusa.
-Dale, no hay problema. -Contesté resignado.

Yo trataba de identificar cuál era el problema que generaba mi mente al pensar que ella solo sacaba excusas para no verme, ¿no me quiere como dice?, ¿es mejor darle su espacio? Y así me realizaba una cantidad de interrogantes, que hacían que mi mente recordara cosas del pasado, y allí volvían los problemas. Malditos problemas.

-Pero, muñeca. -Insistí. -Llevamos ratos sin salir por ahí, me parecería bueno hacerlo hoy.
-Casi no les dedico tiempo a ellos, ¿podrías entender eso? -Dijo con todo exasperado.

Intenté tranquilizarla, mientras mi enojo crecía, y no podía controlar ningún mal pensamiento que rondaba en mi mente, y exploté.

-Siempre tienes una excusa nueva. A ver muestrame el cuaderno donde tienes anotadas las excusas más baratas que me me dices o dime el nombre de la página de donde las sacas. -Dije, haciendo gestos de exasperación un poco elevados.

Puso una mirada asesina y fija sobre mí, me señalo con su dedo índice y frunció el ceño.

-¿Se puede ser más estúpido? Te pasas, a veces no controlas lo que dices, no controlas tus pensamientos, ni mucho menos tus actos. Te exijo respeto.
-¿Respeto? Te recuerdo la vez que... -Me interrumpió.
-Esa vez me sentía enferma. -Contestó cruzando los brazos y mirando a cualquier parte.
-¿Cómo sabías que me referiría a ese día? -Pregunté sorprendido.
-Sexto sentido. -Contestó con tono de superioridad.

Todo se había ido a la mierda en horas, porque no hacía mucho, estábamos felices, dándonos un abrazo de amor, y al siguiente día estábamos discutiendo algo tan absurdo como eso. Estaba dispuesto a asimilar que me dejara en ese momento, si así ella me lo dijera, porque a pesar de todo yo la amaba, y quería verla bien, y si estar conmigo implicaba malestar en su vida, lo ideal sería alejarme. Sin embargo, pensar y hacer algo como eso, lleva muchos kilómetros de distancia y yo no tenía valor para recorrerlos.

Al llegar a casa, no pude contener las lágrimas al ver sus cartas, nuestras fotos, nuestras conversaciones en el móvil, y ni siquiera un trozo de pizza con piña fue capaz de subirme el ánimo, porque hasta me cayó mal y todo se fue al carajo. Me quería arrancar la cabeza y no pensar en más nada, no recordar nada y vivir tranquilo, pero con ella. Porque a pesar de todo, el amor por ella, me hacía desear un abrazo suyo y sentir volar, como solo ella, y únicamente ella lo sabía hacer.

Saqué mi móvil, y me dispuse a llamarla, no podía soportar tal situación un segundo más o mi mente colapsaría. Busqué su nombre que tenía registrado "ma woman" y al lado un corazón. Algo cursi, a decir verdad.

-Aleja, hola Alejandra, escúchame, he tomado una decisión y no pienso cambiar de parecer. Será lo mejor.
-¡Espera! ¿qué? Mejor hablemos en tu casa. Ya salgo para alla. -Respondió desesperada.
-Dale, como quieras. -Colgué.

Sentir que vuelo cuando te abrazoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora