Capítulo 7. Caminos Distintos.

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No lo podía creer, porque apenas estaba sintiendo la plenitud gloriosa de estar enamorado y de la felicidad que eso produce. Siempre escuché decir que "el que se enamora pierde", y decía que no podía ser cierto que algo como sentir amor por alguien produjera cosas negativas. Sin embargo, ahí estaba yo sentado en el borde de mi cama, con mis manos tapando mi rostro, sumido en el dolor, y llorando como un niño a quien le niegan salir durante una semana. "¿Llorar por una mujer? ¡Ja! Eso jamás!, pero ahí estaba yo, Jason, el que nunca lloraría por una mujer, maldiciendo una y otra vez por perder lo que tanto amaba. No sé si lloraba por mí, por ella o por los dos, lo que sí era cierto, era que me dolía tanto, que hasta ganas de arrancarme el corazón tenía.

-Hijo, llevas encerrado en tu cuarto todo el día. Sería bueno que salieras un rato. Preparé la comida que más te gusta. -Dijo mi mamá, intentando forzar la cerradura de mi puerta.

Mi madre siempre sabía lo que me pasaba, así nadie se lo hubiera contado. Ella tenía el don especial de conocer mis pasos, mis pensamientos, mis sentimientos, en general todo.

-No mamá, estoy bien aquí, y no tengo hambre. -Respondí en tono bajo.

Yo, el tipo del apetito voraz, rechazando el plato que más me gustaba, preparado con las manos amorosas de mi madre. Ni me lo creía.

El orgullo me estaba matando, y yo empezaba a extrañar su cuerpo, su voz, el contacto de mi piel con la suya, y decidí llamarla, porque pensé que ir a su casa era demasiado.

-Te quiero conmigo, pero me hace daño estar contigo, ¿puede esto tener algún tipo de sentido? -Le dije sin tiempo de que respondiera.

Apenas se escuchaba su respiración al otro lado del teléfono. Se escuchaba como si estuviera llorando, y yo no la llamé para hacerla llorar, porque de tanto amor que por ella sentía, el hacerla sentir mal no era mi objetivo.

-¿Entonces piensas callar? ¿piensas dejar que me marche? No, no, no. Eres tú la que se está marchando. -Colgué.

No había servido de nada esa llamada, sino para llenarme más de rabia, extrañarla más, aunque no la quisiera conmigo. Había una parte de mí que le pertenecía a ella, que buscaba estar en su presencia, pero otra parte de mí estaba agotada de estar donde no había reciprocidad en el querer. Yo le pedí que se quedara, y cuando uno le pide tal cosa a alguien, es porque ya se fue. Si le pides a alguien que se quede, esa persona ya se marchó, incluso si se queda. Entonces, mi camino no estaba en dirección "Alejandra". Me dolía tanto que no salía a la calle, no jugaba a la pelota todos los sábados como solía hacer, ni salía a comer pizza los domingos como tanto me encantaba, ni mucho menos jugaba a la play luego de llegar de clases, agotado por escuchar a mis aburridos profesores. Definitivamente me estaba descuidando, y me costaba llevar por completo mi decisión. Quizás fui muy impulsivo y me apresuré, pero no podía echar ni un paso hacia atrás. No podía echarme a morir, ni seguir llamándola. Después de todo, eso la hacía sentir peor, porque sabía que al igual que yo, Aleja estaba destrozada. Decía que no me quería perder, pero nunca supo cómo mantenerme consigo, y su horóscopo se lo decía, su padre le insistía, pero ella a pesar de buscar la manera de tenerme a su lado, no lo consiguió.

Aleja me hizo volar, y sentí lo que era amar de verdad. ¿Puedes amar a alguien con quien no vueles? Pienso que si eso no se da de tal forma, entonces no es amor de verdad. Con ella fui fuerte, más de lo que pude imaginar ser en mi vida, y ahora no estaba conmigo, y ni siquiera rasurarme o echarme perfume me apetecía.

Solo un par de semanas habían pasado desde aquella vez que decidí dejarla tranquila, porque de una u otra forma yo sentía pesarle a su vida, porque lo único que quería era que fuese mía, y que me perteneciera a mí. Ella quería algo diferente, y siempre lo supe, pero quise intentarlo. Ahora solo me queda el recuerdo de los momentos más lindos, y más amargos de mi vida, aunque hay que decir la verdad, fueron más los momentos buenos, que los malos, pero mi corazón me traicionó, y decidió otro camino, uno del que solo ella podía salvarme, si lo hubiera querido.

Creo que todo está escrito en un libro enorme llamado destino en el que se encuentra la vida de todos, escrita con tinta indeleble, y a pesar de querer desviarnos, escrito está. Así que el destino nos iba a poner cara a cara nuevamente, a pesar de mi decisión, aunque hubiese deseado que nuestro encuentro se provocara por otro suceso, pero no fue así.

Nuestras decisiones marcan nuestro destino, pero hay cosas que están destinadas a ser, a pesar de en cierto momento, por una razón u otra, tomemos caminos distintos.

Sentir que vuelo cuando te abrazoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora