*Narrador*
- Madre, por favor - se queja la diosa, sintiéndose avergonzada.
- No, cállate. Ahora fuera - la ordena con severidad.
Perséfone niega con la cabeza y alza la barbilla desafiante. Es el Inframundo, y tanto si quiere verlo su madre como si no, allí ella es la reina. Demeter no tiene ninguna autoridad. Ninguna
- Perséfone - repite, con dureza y severidad.
- No quiero irme. Todo lo que tengas que decir puedo escucharlo yo también - replica, alisándose el hermoso vestido primaveral que lleva.
Mira a su madre y alza las cejas, invitándola a hablar.
- Tengo que hablar con mi hermano. Vete al jardín, haz crecer flores y vuelve en un rato - le ordena.
La diosa se gira hacia Hades, que está sentado en su trono con los ojos entrecerrados, tratando de averiguar las intención de su hermana y si debería dejar que su esposa se quedara. Las furias, ansiosas, revolotean a su alrededor haciendo chasquear sus látigos mientras sus alas coriáceas revolotean por toda la estancia. Thánatos, impasible, observa la escena de pie al lado del trono de su señor.
- ¿Debería escucharla o devolverla al Olimpo? - le pregunta Hades al dios.
Thánatos bate sus alas negras con lentitud y suavidad, en esos movimientos elegantes y calculados que tan bien lo personifican. Sus pies descalzos se elevan unos centímetros del suelo mientras sus ojos dorados observan a la Olímpica ahí parada.
- Sin duda es valiente - observa, con su voz melodiosa resonando por la estancia.
- No tanto como tú - dice Demeter, asintiendo levemente con la cabeza - Después de todo, aquí estoy. Tratando con el dios que secuestró a mi hija y está pensando en secuestrar a otra; sin ser capaz de ir a hablar con ella directamente.
Hades asiente con la cabeza. Parece satisfecho y se regodea en el oscuro sufrimiento de la diosa. Demeter tiene razón, ella no es tan valiente como Thánatos. Ella jamás se atrevería a dejar su brillante trono del Olímpo y mancharse las manos con la sangre de su hija moribunda para salvarla, costase lo que costase
- Tisifone, acompaña a mi querida esposa al jardín. Sin duda hace un día maravilloso para plantar flores - le dice Hades a la furia.
Ella asiente y se acerca a Perséfone, quien fulmina con la mirada a su marido y sale al jardín con indignación y enfado. Cuando desaparece tras la puerta, Demeter sube las escaleras hasta estar a la misma altura que Hades. Alecto, Megara y Thánatos se elevan y vigilan desde lo alto, pero lo suficientemente lejos como para no escuchar la conversación.
- ¿Qué querías tratar conmigo, querida? - dice Hades con una sonrisa espeluznante en sus labios.
- Sabes mejor que nadie que no vendría aquí si no estuviera realmente desesperada - empieza ella sabiendo que tiene que escoger cuidadosamente cada palabra - Pero lo estoy. Lo estoy de verdad - posa sus ojos verdes en los negros de él, mostrándole la determinación y ansiedad que los inundan - Imagínate que alguien se llevara a Nico...
- Se lo llevaron - la interrumpe con dureza - A todos mis hijos. Todos muertos. Bianca murió por Artemisa con sólo 12 años. Hazel murió con 13. Y Nico... Nico... ¿Cuantas veces ha estado a punto de morir por vuestra culpa? Demasiadas para un niño de 16 años. Vosotros no le habéis dado nada. Sólo por ser hijo mío ya vive condicionado. Tú no sabes lo que es perder a un hijo. No tienes ni idea - la oscuridad que parece manar inagotable de él comienza a llenar la sala, apagando la luz y sumiéndola en las tinieblas - Ni idea tienes.
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La Campeona de Hades (Nico di Angelo)
FanfictionLos semidioses han conseguido llevar a cabo con éxito la peligrosa misión. Han ido al tártaro y han vuelto. Ha habido perdidas, pero también nuevo amigos. Aliados que les ayudaran. Pero aún queda mucho por hacer. El equilibrio ha sido restaurado de...