*Nico*
Sinceramente me cuesta describir un poco lo ocurrido. Solo recuerdo los relinchos histéricos de los pegasos y después de eso solo hay fuego. Recuerdo que salí propulsado en una descomunal explosión. Lo último que recuerdo antes de caer inconsciente fue la sensación de volar, tan alto que creí que podría llegar hasta el mismísimo Olimpo. Y luego la impresión de descenso, de que el fuego, la oscuridad y el fuego salían de mi. Era una cometa que corría disparado hacia la tierra.
Desperté con la sensación de estar aún en llamas. Me escocía la piel y tenía la garganta como papel de lija.
Vi árboles y un cielo azul. Oí el gorgoteo de una fuente y percibí el olor a cedro y enebro, además de a otras muchas otras plantas de dulce fragancia. Me llegó también un rumor de olas lamiendo una costa rocosa. Me pregunté si habría muerto, pero sabía que no era así. Ya había estado en la Tierra de los Muertos y allí no se veía ningún cielo azul.
Traté de sentarme, pero los músculos no me obedecían.
- No te muevas - era la voz de una chica - Estás demasiado débil para levantarte.
Me aplicó un paño húmedo en la frente. Vi una cuchara de bronce y noté en la boca el goteo de un líquido que me alivió la sequedad de la garganta y me dejó un regusto tibio parecido al chocolate. El néctar de los dioses. Entonces el rostro de la chica apareció por encima de mi cabeza.
Tenía los ojos almendrados y el pelo de color caramelo trenzado sobre un hombro. Andaría por los quince o los 16 años, aunque no era fácil saberlo, por que la suya era una de esas cara que parecen intemporales.
- ¿Dónde..? - farfullé con dificultad. La garganta me dolía horrores.
- Estás en Ogigia - me dijo con voz dulce - Ahora duerme, debes descansar.
Mis parpados me pesaban y sentía como todo mi ser comenzaba dormirse, pero en mi cabeza no podía dejar de pensar en que me sonaba de algo.
- ¿Calipso? - la chica me miró sorprendida - Leo...
Y me dormí.
-*-*-*/+\*-*-*-
Y ahora en cuanto vuelvo a despertarme estoy en una cueva, aunque debo admitir que no es ni mucho menos de las peores que he visto. El techo reluce con formaciones de cristales de distintos colores - blanco, morado, verde -, como si me hallara en el interior de una de esas geodas que venden en las tiendas de recuerdos. Me encuentro tendido en una cama muy cómoda con almohadas de pluma y sábanas de algodón. La cueva está dividida con cortinas blancas de seda. En un rincón, hay un enorme telar y un arpa. En la pared opuesta se alinean en unos estantes frascos de fruta en conserva y del techo cuelgan manojos de hierbas puestas a secar: romero, tomillo y muchas otras.
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La Campeona de Hades (Nico di Angelo)
FanficLos semidioses han conseguido llevar a cabo con éxito la peligrosa misión. Han ido al tártaro y han vuelto. Ha habido perdidas, pero también nuevo amigos. Aliados que les ayudaran. Pero aún queda mucho por hacer. El equilibrio ha sido restaurado de...