¿Amigo o enemigo?

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De nuevo otra noche sin donde poder dormir, antes de buscar un lugar, Zico decidió ir a un bar a tomarse tan solo una copa con lo último que le quedaba de dinero. El bar estaba muy concurrido, todas las mesas estaban llenas y tan solo había dos puestos libres en la barra el cual uno ocupó él y le pidió al bar tender un vaso del licor más barato que tuviera el cual tomó lentamente para rendirlo. Estaba concentrado viendo las botellas colocadas ordenadamente en la repisa detrás de la barra cuando sintió que alguien se sentó a su lado y lo observaba. Una joven muy bonita de tez blanca y cabello negro liso negro azabache lo miraba con detenimiento con intenciones de entablar una conversación.

-Primera vez que te veo por aquí ¿eres nuevo en la ciudad?- preguntó la chica. A Zico se le hizo extraña tal pregunta, ¿acaso ella vivía en ese bar?

-Acabo de salir de prisión después de 4 años así que si es mi primera vez aquí.

-Uy, un chico malo, me gustan – ella acarició su mano y él la miró serio de arriba abajo para después sonreír de medio lado y acercarse a su oído para susurrarle algo.

-Pues a mí no me gustan las chicas ofrecidas – la reacción de ella fue quedarse boquiabierta, acto seguido le metió una cachetada y se alejó molesta. Zico sobó su mejilla y tomó el último sorbo de licor que le quedaba en el vaso.

-Y así nunca conseguirás una chica – Zico volteó de inmediato al escuchar esa aguda y familiar voz.

-Pero miren a quien tenemos aquí, Lee Taeil, mejor dicho, la cucaracha cobarde que dejó que me pudriera en esa cárcel solo.

-¿Qué querías que hiciera? ¿Qué me quedara allí, o tal vez, que yo mismo me pusiera las esposas y me metiera en la patrulla? Kyung y yo escapamos por instinto, pensamos que venías atrás de nosotros pero fuiste muy lento.

- Es cierto, no es con ustedes con quien deba estar enojado... ¿Pero no me darás un abrazo de felicitaciones por haber salido? – dijo Zico extendiendo sus brazos hacia ambos lados.

- ¿Porqué saliste tan pronto? Pensé que serían diez años – Zico bufó y se dio la vuelta para contemplar el vaso vacío que aún estaba en la barra.

-Sinceramente no lo sé... ¿pero qué hay de ti y de Kyung?

- Después de que te detuvieran nos fuimos a otro lugar en donde vivo ahora, aún sigo con lo mío, pero Kyung regresó a su casa y le pidió perdón a su familia, él ya se alejó de esa vida.

-Tú también deberías hacerlo, eso no trae buenas cosas, ya te has dado cuenta.

-¿Qué más voy a hacer? Dejé a mi familia hace tanto tiempo que no se si aún vivirán aquí y además, si regreso simplemente seré un estorbo para ellos. No puedo dejar esto, es difícil para mí... y tú, ¿Qué harás? ¿También volverás a tu casa?

-Me gustaría pero no sé con qué cara mirarlos, estoy seguro que lo primero que hará mi padre cuando me vea es golpearme hasta el cansancio, entonces mi madre llorará, mi hermano no sabrá qué hacer, si ayudarme o no... mejor dejo las cosas como están – éste apoyó sus brazos en la barra y se recostó sobre ellos triste, Taeil le dio unas palmaditas en la espalda para consolarlo – por cierto, ya que te veo, ¿será que puedo quedarme contigo? Es que no tengo a donde ir.

-¿La policía ya no te buscará? – Zico negó – está bien, puedes venir.

Al salir del bar Zico y Taeil tomaron un autobús que los llevarían a casa del mayor. Zico veía el paisaje de la calle a través de la ventanilla del vehículo mientras Taeil estaba echando una siesta hasta llegar a la estación en donde se debían bajar. Zico despertó a Taeil y ambos bajaron del bus en un vecindario que se veía aparentemente normal, no era como aquel en donde vivían antes que era un nido de perdición.

Negocios SuciosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora