El final de los hermanos Dragón

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Los hermanos Pyo y Su Min, se dirigían a aquella fábrica abandonada que era el escondite de Xian Xu. Estacionaron la camioneta de TOP en un lugar retirado parea que no fuera vista y sacaron las armas y se encaminaron hasta el lugar. A simple vista no había nadie custodiando a las afueras de la fábrica y lograron meterse y subir por una escalera exterior que llegaba al techo, una vez allí, se colaron por el sistema de ventilación cayendo en un piso superior donde habían maquinas viejas y quemadas, partes viejas de carros, herramientas y otras cosas que se encuentran en una fábrica. Allí había una baranda por donde podían ver el piso inferior en donde había dos tipos cuidando pero estaban inmersos en sus teléfonos.

-Oh, la tecnología, cualquiera puede caer por culpa de ella – dijo Pyo y entonces los hermanos dispararon a ambos tipos unos dardos para dormirlos. No pretendían matarlos, querían guardar eso para Xian Xu.

Bajaron asegurándose que no había más nadie y metieron a los hombres en unos pipotes de metal colocándole algo pesado encima para que no salieran cuando despertaran. Se escuchó una puerta abrirse y los hermanos se escondieron detrás de una columna.

-¿Kim, Song? – el hombre que había entrado al parecer llamaba a aquellos quienes estaban durmiendo en este momento. Pyo se fue por detrás de éste y le clavó uno de los dardos en el cuello dejándolo dormido también.

-Espero que no hayan muchos de ellos.

-Eso es lo que tú cre... ¡AHH! – Pyo sintió un dolor agudo en su brazo izquierdo y se sacó de éste una navaja – ¿Pero qué diablos? –Miraron hacia arriba y un hombre los observaba entre las sombras – Sigue tú Su Min, yo me encargo de éste.

-Ten mucho cuidado hermano.

-No te preocupes, acabaré con él en unos pocos minutos – Su Min siguió y se fue por la puerta. Pyo miró a aquel tipo, llevaba el cabello largo, era delgado y no muy alto, eso sería fácil, pensó - ¡Hey, Tú! ¡Baja!... – el hombre disparó su arma sin aviso y Pyo se movió para esquivarla – Wow, eres bueno, no lo vi venir. Pero qué tal si peleamos al estilo tradicional – Pyo se quitó su chaqueta y tiró sus armas al piso, el hombre de cabello largo hizo lo mismo y saltó por encima de la barandilla cayendo de pie. Ambos se pusieron en guardia – Déjame decirte que no me subestimes, me veré joven, pero soy muy bueno en lo que hago – el tipo le dijo algo en chino que no entendió y una patada cayó en toda la cara de Pyo tumbándolo al piso... "Maldición, que rápido es" pensó.

Se puso de pie y le lanzó un golpe el cual esquivó y de un movimiento rápido se colocó detrás del muchacho y le metió un rodillazo en la espalda haciéndolo gritar del dolor y dejándolo de nuevo por el piso. Pyo se comenzaba a preocupar, nunca se había topado con alguien tan ágil y no estaba preparado. Al parecer el ser pequeño le era una ventaja. Intentó pararse de nuevo pero quedo de rodillas con manos en tierra. Le costaba mucho respirar por el golpe que había recibido y una vez que se calmó, se dispuso a pararse pero sintió un agudo dolor en su cabeza. Vio como gotas de sangre caían al suelo entre sus manos, miró hacia arriba y se dio cuenta que el líquido rojo salía de su cabeza recorriendo su blanquecino rostro. Logró levantarse tambaleándose y vio al hombre que tenía en la mano un tubo de acero con el que le había golpeado, quiso atacarlo pero su cuerpo no respondió y volvió a caer. Su vista comenzaba a nublarse, todo comenzaba a verlo negro, mientras, el tipo lo tomó de un tobillo y lo arrastró hacia otro lugar.

-Perdóname Su...Min.

En la otra sala, Su Min caminaba escondiéndose detrás de unas columnas y mirando hacia todos lados para estar alerta por si llegaba algún atacante. En un momento se detuvo porque llegó a su mente el recuerdo del beso que le dio Zico más temprano ese día, ese beso tan apasionado que le dio con sus sensuales labios la hizo sentir cosas que nunca había sentido haciendo estremecer todo su cuerpo. Sacudió varias veces para sacarse eso de la cabeza, no podía dejar que nada la distrajera en ese momento, entonces escuchó un ruido que provino del otro lado de la sala y ella se escondió bien tras una columna. Miró hacia atrás y vio al autor de aquel ruido, un gato salió de entre una pila de escombros hacia la puerta.

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