always.

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—¡Al granero, al granero! —ordena Rick para tomar mi mano y comenzar a correr; Carl que se acercaba lentamente hacia nosotros nos dio una cara completa de confusión. Soltando la mano de Rick tome la de su hijo para tomar camino nuevamente a cualquier plan que tuviera el líder en mente.

—¡Debemos darle tiempo a los demás! Podemos quemarlo y entretener a los caminantes mientras les damos más tiempo a que salgan.—propuse, Rick asintiendo ante mi propuesta comenzó a remover la paja para así después tomar galones de gasolina.

—Carl —llame su atención, tome con fuerza sus hombros —, Si vez que no podemos salir, corres lo más lejos posibles. ¿Te acuerdas del cruce de carreteras? —asiente —, ahí nos veremos. Recuerda ya no puedes tener miedo

Antes del que menor pudiera contestarme una ola inmensa de calor nos envolvió. La madera comenzó a descender, subiendo las escaleras admiramos como los caminantes aún siendo quemados trataban de alcanzarlos; —¡Por aquí! —grita Rick.

Montando a Carl en mi espalda salte a la par que Rick; cayendo de pies, baje al menor de mi espalda para poder acercarlo al líder.

Dándome cuenta en la distancia, Miguel se encontraba matando a varios caminantes; solo.

—¡Miguel! —grite a todo pulmón sintiendo como mis piernas por sí solas comenzaron alejarse de los hombres para poder correr hacia mi amigo.

Notando como este incrusta su cuchillo una vez más en el cráneo de un caminante, sus ojos color café oscuro se posan en mi. Dándome una leve sonrisa da un paso hacia enfrente para poder caminar hacia mi dirección pero algo tira de él tirándolo al suelo.

—¡No! —negué en un grito —, ¡No!

Miguel había desaparecido ante mis ojos, llegando hacia donde hace momentos se encontraba no se encontraba ningún rastro de él, girando a todos lados desesperada. Una mano tira de mi muñeca; Un Rubén sudado jalaba de mí para poder empezar a correr.

—¡Miguel! —lo llame una vez más en un grito queriendo que me contestara sin embargo los gruñidos fueron la única respuesta que obtuve.

Rubén sin previo aviso me jaló a la fuerza comenzando a correr, un caminante jalando de mi tobillo hace que caiga al suelo golpeándome con una rama sobresaliente del suelo. Rubén ahora aplastando la cabeza del caminante con su pie, me levanto del suelo para poder empezar a correr una vez más hasta que los perdimos de vista. El bosque cada vez a mis ojos parecía más grande como si la misma naturaleza no quisiera que no saliéramos de ella.


Deteniéndome sentí las lágrimas en mis ojos; —Mangel —lo llame en un susurro, el rastro del pelinegro había desaparecido como si la misma tierra se lo hubiera comido. —Se fue Rubén, se fue.


—Mueve tu culo —ordena Rubén, sin dejar de caminar.

—No, ya no puedo. ¿Qué no lo vez? Cada paso que demos mataremos a alguien —lo interrumpo haciendo que sus ojos verde olivo me vieran fijamente —, ¡Lo que tenemos en nuestra sangre, condenara a los que tenemos a nuestro alrededor!


—No vengas a cagar ostias —dice, un poco sorprendida di un paso hacia atrás notando como su voz se volvió dura. —Miguel hubiera seguido, y si quieres quedarte a llorar lo estarás decepcionando.

—Él ya no está aquí.
—¡Deja de joder con eso! —interrumpe —; Aún yo estoy aquí.

La frase fue acompañada con sus pasos que llegaron hasta a mí para poder envolverme en un abrazo.

—¿Por cuánto tiempo? —pregunte recargando mi frente en su pecho.

Siempre.

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