6. ¿Vamos al sótano?

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                                      6. ¿Vamos al sótano?

     Julia le contó todo lo sucedido a Nerea. Esta no la interrumpió ni una vez. Admiraba la capacidad de su amiga por no enfadarse al saber que aquella familia no la acogería. Lo que no entendía era el supuesto error. ¿Que pudo pasar? El director era muy perfeccionista y no solía tener errores, pero un fallo lo tiene cualquiera, ¿no? 

—Nerea, ¿estás ahí? pareces ausente...

—Si, te escucho. Así que tuviste que volver aquí sin que te concedieran una oportunidad eh... ¡Pues vaya! tienes demasiada paciencia. —Dijo Nerea asintiendo para si—.

—¡¿Queréis callaros de una maldita vez?! ¡intento escuchar música!  —Exclamó una voz que las dos conocían muy bien—. 

—Mira Carol, a mi también me molesta que estés aquí y me aguanto, así que tu limítate a subir el volumen de tu dichoso reproductor y déjanos a nosotras con nuestras historias. —Contestó Julia tan decidida como siempre—. 

        Carolina calló, con una mirada asesina en sus ojos color miel. Estaba harta de Julia. Se creía muy importante pero en realidad no era más que una pardilla al ir con chicas como Nerea. Pero lo que no podía ocultar, es que la tenía cierto respeto. Julia no se inmutaba con ella, la conocía muy bien. Y eso la impresionaba, porque se había ganado el respeto de la mayoría de gente del internado, y los que no lo obtenían eran pardillos o frikis. 

—Oye, creo que tenemos derecho a preguntar que pasó aquella noche. —Explicó Julia cambiando de tema— Se de muchos chicos del orfanato que han ido a pedir explicaciones. Es natural teniendo en cuenta que el que murió fue el director de donde dormimos, nos alimentamos... tú ya me entiendes. 

—No sé Julia... las monjas no tienen muy buen carácter que digamos. Si les preguntamos, seguro que nos dan largas. Ya las conoces. No creo que sea buena idea. —Contestó Nerea con una expresión de preocupación en la cara—.

—Pero Nerea, nosotras somos buenas alumnas, no solemos comportarnos mal en las clases. Creo que por los menos deberíamos intentarlo. 

             Nerea asintió poco convencida. Su amiga tenía una capacidad de convicción que pocos poseían. Pero ella la conocía y no estaba dispuesta a dar su brazo a torcer tan fácilmente.

—Julia, sabes que la curiosidad mató al gato. 

—Pero nosotras no somos gatos, somos chicas muy inteligentes y sabemos lo que hacemos. Que me dices, ¿lo intentamos?

—Está bien, tú ganas. Pero si nos dicen que no a la primera, nos vamos. ¿Entendido? 

—Vale pues así quedamos. Te espero en mi habitación a las ocho, la hora de la cena. Los chicos cenaran y nosotras aprovecharemos para ir solas. ¡No cambies de idea!

          Y tras esta última intervención, Julia cerró la puerta dejando a Nerea con la duda en el cuerpo. ¿Por qué le interesaba tanto a su amiga aquel asesinato? Bueno, en el orfanato no pasaban muchas cosas, y aquello interesaba a su amiga. Pero, a ella le desagradaba. Julia siempre había sido muy excéntrica y lo demostraba una vez más. Le encantaba el modo de ser de su amiga, pero había a veces que no la seguía. 

—¿De verdad vas a bajar al sótano a pedir explicaciones? —Preguntó su compañera de cuarto a la que tanto odiaba—.

                Pero ella obvio la pregunta, porque ya tenía clara la respuesta.

El orfanatoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora