10. Enfrentadas pero juntas

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         10. Enfrentadas pero juntas

    A pesar de haberla dejado un mensaje, no tenía señales de Nerea. No sabía si iba ha acudir o preferiría quedarse en casa. Julia estaba enfadada. Tenía amigos en aquel orfanato, pero no como Nerea. Y ahora tenía que vivir sin ella. Aquella chica morena y tímida, había crecido con ella, para ahora marcharse. Julia había derramado varias lágrimas,  pero a solas, odiaba que la vieran llorar. Incluso Laura, que normalmente salía con su pandilla de amigas para dar una vuelta entorno al orfanato, se había quedado para apoyarla en aquellos momentos tan duros. Sus pensamientos se vieron interrumpidos al ver un ford mondeo de color gris. Reconocería aquel coche en cualquier parte, y solo lo vio una vez. La mañana en que Nerea se marchó. Divisó dos siluetas femeninas, una que conocía a la perfección y otra que no tanto, pero preferiría no haberlo hecho. 

—Hola, Julia. 

—Hola. —Julia saludó fríamente, cosa que sorprendió a Nerea, que estaba acostumbrada a verla de buen humor. 

—Cariño, ¿vas a buscar esa carpeta? —María se lo preguntó con una sonrisa en la cara, como siempre. 

—¿Puede acompañarme Julia?

—¿Qué pregunta es esa? ¡pues claro! 

       A Nerea no le gustaba nada mentir a esa mujer que tan bien la había tratado. Pero Julia era Julia, y la curiosidad le podía sobre aquel descubrimiento tan misterioso. Cuando María se alejó para hablar con la madre superiora, Julia agarró el brazo y la llevo hasta una verja que las dos conocían muy bien sin articular palabra. 

—Bien, a escalar. 

—¿Cómo dices? —Preguntó Nerea con los ojos muy abiertos. 

—Que escales. 

—¿Sabes qué en este bosque está permitida la caza, no? ¿sabes que si algún cazador nos ve movernos nos pegará un tiro? ¡este sitio está prohibido para nosotras! 

—A esta hora no hay cazadores, te lo aseguro. He investigado suficiente como para saber eso. 

—¿Y para qué queremos entrar en el bosque? 

—La paciencia no es una de tus virtudes... 

—Oye Julia, si no me dices para que vamos a entrar en el bosque te aseguro que no entro y te quedas tu sola. —Nerea lo dijo con tal firmeza que Julia accedió a contárselo, todavía impresionada por aquel nuevo carácter.

—Está bien. Creo que el asesino del director vive en el bosque. —Lo soltó de un tirón, como si de una cosa normal se tratara. 

—Espera, me estás diciendo que vamos a ir al bosque, solas, ¿por qué tú sospechas que alguien que vive en el bosque ha matado a nuestro director? 

           La relación entre ambas era distinta. Ahora que se habían distanciado, se trataban de malas maneras. Nerea era quien más había cambiado. Aquel carácter de chica tímida y dulce había desaparecido. Ahora era una chica fuerte y algo rencorosa. Aquel orfanato que tanto odiaba la hacía más vulnerable, pero, Nerea pensaba que la culpa de su vulnerabilidad la tenía Julia. Aunque en el fondo era la chica insegura de siempre.

—Muy bien. Te lo he contado. Me has dicho que vendrías. ¿A qué esperas?

            Julia estaba loca. Pero mucho. Nerea no sabía como pero la había convencido. 

                                                     Ω

            Caminaban sigilosamente, pero a cada paso que daban las hojas crujían y las delataban. No había señales de vida. Ni un animal, ni una persona. Julia se detuvo haciendo una señal a Nerea de que la imitase. Nerea se agachó cuidadosamente imitando a Julia. Se les puso la carne de gallina cuándo vieron aquella choza. Daba escalofríos, más o menos como el orfanato. Julia se levantó y siguió caminando. En cambio, Nerea optó por quedarse sentada mirando aquella escena. Se sintió mal por no acompañar a su amiga, pero ella tenía un límite, y aquel momento lo definía. La chica se acercó hasta llegar a la puerta, iba a llamar cuándo... 

El orfanatoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora