12. La verdad

919 58 3
                                    

         12. La verdad

 No encontraban nada. Si aquel hombre era un asesino, era de los buenos. Según Julia, aquel hombre era el principal sospechoso porque el director era un protector de animales, y un día le vio cazando, cosa que le enfadó mucho. Tuvieron una bronca y nunca se habían vuelto a dirigir la palabra. 

—¿¿QUIÉN DEMONIOS SOIS VOSOTRAS?? —El hombre de la camisa de cuadros había despertado y no de muy buen humor. 

—Sabemos que asesinaste al director del orfanato Chicos incorregibles que tanto odiabas. —Julia lo soltó así, sin más. Nerea la fulminó con la mirada. Si aquel era el asesino, no saldrían vivas de allí. 

—¿Como dices? que sois, ¿la policía? Yo no he matado a nadie. Para matarlo, tendría que haber visto su asquerosa cara, y eso sería una tortura para mí. 

—Ya, claro. ¿No tienes una fachada mejor? porque esa no nos vale. —Julia le sostenía la mirada a aquel individuo, mientras Nerea no articulaba palabra. ¿Qué estaba haciendo su amiga? 

—Y se puede saber que día fue ese asesinato, ¿inspectora? —Contestó burlón. 

—Hace dos semanas. Contestó Nerea, que no había abierto la boca hasta aquel momento. 

—Hace dos semanas yo estaba en Carolina del norte, era temporada de caza. 

—Y como podemos asegurarnos de... 

—Mirad niñatas, si no os veo fuera de aquí en sesenta segundos, llamo a la policía, a los de verdad, claro. —Interrumpió aquel hombre tan peculiar a Julia.

—Julia, será mejor que salgamos de aquí. Ya nos ha demostrado que no tuvo nada que ver, ¿de acuerdo? 

          Julia no dijo nada, se limitó a salir y a dar un portazo. Nerea la siguió pero se detuvo al oír como el hombre la decía algo. 

—Controla a tu amiga, no veo una buena aura en ella. Por cierto, me llamo Hunt. James Hunt. 

             Y cerró la puerta. ¿Qué iba a saber aquel hombre de auras? ¿y a qué vino que le contara su nombre? lo dejó correr. Sería lo mejor. 

                                                          Ω

            Ya oscurecía y  Nerea y Julia no pronunciaban palabra. Hasta que Nerea se detuvo y rompió el silencio. 

—Debiste ser más sensata. —Julia la imitó y se detuvo.

—La sensatez no lleva a nada en esta vida. 

—Julia, si aquel hombre hubiera sido el asesino nos hubiera matado y lo sabes. 

—Pero no lo era.

—Estoy harta. Cada palabra que dices, la dices con más rencor. ¿Qué te he hecho yo? ¿intentar ser feliz con una nueva familia? 

—Entre otras cosas. 

—Julia por favor, te estás comportando como una cría. 

—¿Y qué pasa contigo? ¿tú eres una adulta madura? Nerea la perfecta, la mejor estudiante...

—¿Me tienes envidia? ¿tú? ¿a mi?

          De tan agitadas que estaban, a Julia se le cayó un cuchillo. Nerea la miró interrogante.

—¿Q..Qué es... eso? 

—De veras Nerea, no se como puedes estar tan ciega. Te ha costado comprenderlo, ¿verdad? sí, amiga mía, yo maté a nuestro director. Se lo merecía. —Nerea no se podía creer lo que oía. Negaba con la cabeza. No era posible. ¿Julia? ¿aquella con la que había contado secretos, había paseado y había reído hasta llorar?

—Fue sencillo. No era muy fuerte que digamos. Veras Nerea, aquel día que me fui pensé en ti. Te extrañaba. Pero tener una nueva familia era algo... distinto. Seguro que conocería a nuevos amigos y me olvidaría de ti. La cosa es que estaba demasiado ilusionada, la familia era perfecta. Aquella mujer rubia tan dulce que prefería al chocolate, y aquel hombre joven que era tan amable conmigo. Me encapriché tanto... hasta que llegó una llamado telefónica. Era de nuestro queridísimo director. Decía que había un error y que aquellos en realidad eran TUS padres adoptivos. Cogí tal cólera qué planeé matar al director. Y por eso llegué un día tarde. Porque había matado al director y no podía pasar la noche allí. Verás, el túnel que lleva a casa de Hunt, también tiene otro secundario que lleva al sótano del orfanato. Y así fue. Hice ruido cerca de su habitación y bajé rápidamente las escaleras para matarle en la oscuridad. Como dije antes, fue sencillo. 

        Nerea no pudo articular palabra. Solo corrió. Y Julia cogió el cuchillo del suelo. Nerea no corría muy rápido. Pero aquella vez fue una excepción. Corrió como nunca. Y se escondió detrás de un roble bastante grande que, al tener una figura esbelta, la tapaba fácilmente. 

El orfanatoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora