5. Pepo.

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—Oye, Joleen, ¿estás bien? —Liam chasquea los dedos frente a mi. Agito mi cabeza un par de veces parpadeando y es entonces cuando él se da la vuelta y ve al sujeto parado a unos metros de distancia. Se gira a verme y frunce el ceño—. ¿Ese es...?

—Elmo, sí. —Termino.

—Vaya... es extraño.

Trago saliva cuando el personaje comienza a acercarse rápido y con seguridad. Camina muy extraño... con ambos brazos moviéndose como si tuviera mucho músculo —aunque claramente, no lo tiene— y pareciera como si estuviera a punto de golpearnos.

   —Dime que no viene hacia nosotros —Liam aprieta los puños y cierra los ojos, yo río—. Siempre fui pésimo con eso de ser amable con los personajes.

   —Entonces no diré nada —le digo, pues Elmo viene directo hacia nosotros, penetrándome con su mirada.

   Cuando está a unos centímetros de pararse frente a los dos, siento un agarre en mi mano izquierda que me impulsa a ponerme de pie. Su toque es suave y tranquilizante en cierto modo. Liam se gira a verme y exclama:

—Huyamos de aquí.

Entonces corre, haciéndome reír como loca, escondiéndonos detrás de basureros, paredes, árboles, incluso personas. No puedo evitar mirar como Liam sonríe cada vez que suelto una carcajada y freno por el dolor en mi panza. Él sí que tiene condición física, pues no para mas que cuando yo lo hago, ni siquiera para retomar aire.

Cuando ya no puedo más, me suelto de su agarre y me recargo al lado de unos baños, colocando mis manos en mis rodillas flexionadas. Liam se coloca a mi lado.

—¿Estás bien?

Río.

—Mejor que nunca —inhalo—. ¿Tú?

—Igual.

—No pueden huir de mi por siempre.

Mis ojos se abren como platos, mi respiración entrecortada me evita decir algo, pero no el girarme y encontrar a un chico afroamericano de mi edad aproximadamente con una cabeza de Elmo bajo el brazo.

Liam me mira confundido con una ceja levantada, entonces suelto una carcajada.

—¿Qué es tan gracioso? ¿Mi disfraz o mi cabello? —El chico tiene un tono simple, como si fuera un robot. Niego con la cabeza.

—Nada —dice Liam.

—Tú no digas nada —el chico apunta a Liam con un dedo rojizo—. Tú —me llama—, no aceptaste mi hot dog.

Pareciera que correr tanto tiempo fuera en vano.

—¿Cómo nos encontraste? —Pregunto.

—Conozco Plaza Sésamo como la palma de mi mano. Eso no fue dificil, pero sí lo es verte a los ojos, Liam Turner.

Liam y yo nos petrificamos, no decimos nada.

—Es claro que no me recuerdas, da igual, yo sí. Eres el chico que me arruinó, cambiaste mi manera de ver al mundo con tus bromas. Escondías mis libros, mis plumas, robabas a mis crushes. Pero también fuiste tú el que me introdujo a los popotes, a mi nueva vida.

No digo nada.

—Pues no te recuerdo —dice Liam—. ¿Me iluminarías?

—Mi nombre es Pelo de Popote, Pepo para ti —dice apuntándome.

Y, sí, su cabello es como si fueran popotes.

Siento las ganas de soltar una carcajada, pero ésta no sale de mis labios. Estoy parada frente a Elmo, y con su cara de seriedad entiendo: no está bromeando, su nombre es Pelo de Popote.

Guerra de SquadsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora