14. Mi héroe.

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La habitación de Liam no está impecable. Aún así, tampoco es un desastre. La ropa sucia está amontonada en una esquina, y puedo ver que la interior está escondida entre todas las camisas y pantalones. Tomo del jugo mientras inhalo el olor a menta tan familiar de la habitación.

Hay trofeos descansando en repisas alrededor de toda la habitación, cuadros, incluso un póster de Troy Bolton con la frase "Mantén tu cabeza en el juego". Hago la cara más extraña.

—¿Ese es...?

—Mierda —murmura—. Olvidé quitar el póster...

Me atraganto con el jugo.

—¿Ese es Troy Bolton de High School Musical? Es una broma, ¿verdad?

Liam me mira con la expresión más seria del mundo. Tragó saliva mientras mi carcajada y sonrisa se convierten en una mueca.

—Lo... lo siento —digo mientras toso.

—Joleen —Liam se aclara la garganta—. Toma asiento. Es hora de empezar.

Me siento en el suelo sobre una alfombra azul y Liam se sienta en su cama.

—Verás, no te contaré la historia completa. Solo te digo una cosa —me dirige una mirada moribunda— y si te atreves a burlarte juro que hago que mi papá discontinué esos malditos jugos.

Me obligo a mí misma amo burlarme. Por nada del mundo.

—Hace muchos años —dice entre dientes con el ceño fruncido— vi esa película. Me inspiró, ¿sí? ¡Juego basquetbol por High School Musical! —Se encoge de hombros mientras juega con sus manos—. Y... nadie sabe eso a excepción de una niña que hace mucho no veo. Siéntete afortunada y ¡no te atrevas a mencionarlo jamás! ¿Entendiste?

De pronto siento que me desmayo de nuevo. Siento un poco de náusea.

—No te atrevas a juzgarme con la mirada porque no vuelves a ver la luz del día y–

—No en... en realidad pienso que eso es genial —interrumpo—. Quiero decir, ¿ves una de las mejores películas del mundo y te prometes que jugarás basquetbol, y encima te conviertes en el capitán del equipo y el mejor jugador del instituto? —Suelto una risa ahogada con impresión—. Es... es increíble. Me refiero a la perseverancia y las ganas de cumplir esa meta por algo de la infancia.

Me doy cuenta de pronto de lo mucho que he hablado y me llevo las manos a los labios, me siento patética.

Liam no dice nada. Me mira a los ojos con los labios entreabiertos y su respiración tranquila. Me pone nerviosa su manera de verme, como si los trofeos y todos los méritos que rodean a su habitación apuntasen a mi, como si yo fuese el trofeo más brillante de todos.

Después se deja caer sobre su cama y se lleva las manos a la nuca sobre su almohada.

Y no dice nada.

—No... ¡no me hagas arrepentirme de haber dicho eso! Di algo...

Liam no dice nada.

Tomo de mi jugo con fuerza.

—Sabes, Joleen —susurra mientras observa el techo—. Nadie nunca me había dicho algo así. Gracias.

Sonrío.

Me acuesto sobre la alfombra con una mano en el abdomen y la otra bajo la nuca, dejando al jugo a un lado, y mi rodilla derecha flexionada.

Guerra de SquadsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora