11. Respuestas.

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Me fui a casa temprano.

Sentía las enormes ganas de vomitar y no podía dejar de pensar en Stacey llorando y Liam enfadado.

Me gusta creer que la verdadera causa es porque tenían diferencias y problemas, pero todo apunta a mí, y es demasiado evidente que el tiempo que pasó Liam conmigo es la verdadera razón.

El sábado despierto muy tarde.

Generalmente tengo mi alarma activada y a eso de las nueve estoy ya levantada y lista para ducharme, pero anoche regresé exhausta y no quería más que descansar.

Bajo las escaleras con algo de torpeza y mi madre me espera sosteniendo una taza de café.

—Buenos días —saludo mientras bostezo.

Mi cabello está hecho un nido y estoy segura de que mis ojos exclaman cansancio. Mamá lo nota.

—Buenos días. ¿Cómo estuvo la fiesta?

Hago una mueca. Mamá asiente.

—Voy a un desayuno con unas amigas —le da un sorbo a su taza—. Ven conmigo.

—Pero...

—Necesitas café.

No discuto. Subo a vestirme y ato mi cabello en una cebolla alborotada. Regreso con mamá y ella maneja después de avisarle a papá que vamos a salir.

No puedo negarlo, me siento fatal. Cada vez que pienso en la fiesta mi estómago se alborota y siento que voy a vomitar. Pero aquí voy, rendida, agotada, con la culpa pesando en mis hombros.

Nos estacionamos frente a un pequeño café y entramos.

La luz del sol salpica a través de las ventanas impecables. Estamos en abril, así que huevos de pascua y pequeñas flores están estampadas en las ventanas como decoración. Mamá encuentra a sus amigas y se sienta con ellas en una mesa redonda, me jala con ella y me siento en una silla con ellas.

Saludo y me quedo sentada mientras platican. Tengo la cara recargada en mi mano derecha mirando a nada en particular con los ojos algo entrecerrados.

Hay muchas personas. Un par de parejas, gente de la universidad con laptops y papeles, trabajadores entregando café y galletas.

Cuando un hombre llega a tomas nuestro pedido, le pido un café sencillo, mamá galletas y sus amigas piden malteadas, cafés y agua.

Me siento terrible.

Cuando mi café llega lo comienzo a tomar con algo de torpeza.

—Y, Joleen, ¿tú qué piensas estudiar? —Pregunta una de las amigas de mamá.

Me atraganto.

—Pues...

—Eres muy bonita, y tienes mucho potencial. Podrías ser modelo... o filosofa. ¿Qué tal doctora? Solo tendrías que comprar unas gafas... aunque fuesen falsas.

Aparto la mirada. Si llevo lentes de contacto.

Mis ojos atrapan algo, ahora que observo el otro lado. Son unos mechones de cabello chocolate muy claro y suave. Lo reconozco. Está con unas chicas y se escucha sus carcajadas fuertes.

¿Romeo?

Giro la cabeza inmediatamente. No puede verme. No debe verme.

—¡Oh! ¡Ya sé! —la amiga de mamá continúa—. ¡Dermatóloga! Tienes un cutis precioso...

—Vamos, Susan, déjala ya...

Guerra de SquadsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora