Capitulo dos.

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CAPITULO 2

Tres meses después.

SAM

-¿Puedes creer que en unos cuantos días cumplimos nueve meses?

La voz de Ray interrumpe el silencio que llenaba el vacío mientras me acaricia con sus dedos, recostada y con su cabeza apoyada en mi pecho.

-Calmada mujer, aún faltan 24 días.

-Me pides que me calme pero tú tienes los días contados... –Ray suelta una carcajada y yo respondo con una tierna sonrisa.

-Cállate.

-¿Qué pasa si no Lo hago?

-No me retes señorita.

Ray levanta una ceja y me mira desafiante, de inmediato la quito de mí y la volteo hasta quedar en cima suyo, comienzo a hacerle cosquillas y ella se empieza a mover sin parar. Se ríe como una descarada que no sabe perder, pero aun así se ve adorable. Es increíble. ¿Cómo puede estar ella recién levantada, despeinada, perezosa, en pijama y verse tan hermosa? Nunca lo voy a entender. Pero es así, y es mía.

-¡Vale, vale! Para, me rindo, tú ganas, es un hecho –Dice por fin en tono de súplica.

-No te escaparas así de fácil... Ruégame.

-¿Qué? –Dice riendo.

-Ya escuchaste, ruégame.

-Ni de loca.

-Entonces supongo que...

-Vale... –Dice interrumpiéndome, toma aire y lo bota antes de continuar -¡Oh señor! Tú que eres tan amable, ¿Me harías el favor de parar? Te lo ruego.

-Se te ha olvidado lo guapo –Ray pone los ojos en blanco y repite.

-¡Oh señor! Tú que eres tan amable y guapo, ¿Me harías el favor de parar? Te lo ruego.

-Bueno... Si tanto insistes, supongo que podré hacerlo –Digo a modo de burla y Ray tuerce los ojos.

-Eres tenaz –Dice.

-Ya lo sé –Respondo.

Volvemos a acomodarnos y ella vuelve a quedar en mi pecho, como estábamos al principio, sólo que ahora lo único que detallo es su sostén piel, sólo trae dos piezas puestas y su piel esta desnuda, el roce de sus piernas, como se camufla la piel con su ropa interior, sus delicadas manos, su cabello perfectamente imperfecto, su cuerpo escultural, todo en ella es tan perfecto, todo, incluso sus defectos. ¿Cómo es que un alma tan pura y real como la de ella ha podido amar a una tan cruel y vacía como la mía? ¿Cómo es que he sido yo el gran afortunado de ser la persona que ella haya amado? De ser el que ella ama, de ser su otra perspectiva del amor. Ray parece adivinar mis pensamientos y responde la pregunta que yo me he hecho.

-¿Sabes por qué te di una oportunidad? Ya sabes, aun sabiendo que no quería nada.

-Sí, me veía desesperado, lo dijiste en la carta, ¿No?

-No, o bueno, sí, también, pero había algo más.

-¿Qué cosa?

-Que nunca antes alguien me había hablado así.

-¿Nunca?

-Siempre que conocía a un chico me hacía la misma propuesta, salir por una noche o un par de horas y luego desaparecer.

-Yo no quería eso...

-Lo sé, lo sé. Pero hubo algo en tu forma de pedirme que saliéramos que me hizo creer que era cierto.

¿Y si mañana fuera tu último día? // Wattys2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora