Capitulo 18

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CAPITULO 18

SEPTIEMBRE 29. 4:50 a.m.

RAY


El frío me estremece cada parte de mi piel, hace un tiempo me puse una camisa negra y un buzo vino tinto por encima de mi pijama y salí en busca de Sam. Cuando llamé a Mike y me dijo que jamás habían quedado en verse inmediatamente me entró el pánico. ¿Estará en otra fiesta? Llevo cuarenta minutos caminando por las calles cercanas a su departamento en busca de alguna pista que me indique su paradero, pero como era de esperarse, no he encontrado nada. No obstante, después de una hora deambulando, un letrero inmenso se cruza justo a mi lado, tiene luces y el contorno de una botella de cerveza lo decora. Sin pesarlo dos veces, mis puños aprietan la manga del buzo y entro al local. El lugar está lleno, varias miradas se dirigen a la puerta cuando entro, y en seguida, un chico se levanta de su lugar en mi dirección. Intento mirar más allá del humo que hay en una esquina del bar y observo el rostro de Sam entre un grupo de personas. Él no me ha visto, pero no tardo en comenzar a caminar hacia su dirección.

-¿A dónde vas nena? –Un chico de pelo castaño me impide seguir andando y se para justo en frente de mí. Su aliento huele a cerveza, su cabello esta alborotado y su camisa empapada en sudor. Intento abrirme paso entre él pero me toma del brazo cuando logro por fin pasar por su lado.

-Heeeey, cariño, ¿Te dije que te fueras? –Me pregunta con una sonrisa traviesa y aprieta más duro mi muñeca, un escalofrío recorre todo mi cuerpo y comienzo a moverme con la intensión de zafarme de él. Un puño golpea la mandíbula del chico y él suelta mi brazo, el chico castaño se lleva la mano a la boca y se limpia la sangre que sale de su nariz con el antebrazo.

-En cuanto te vuelvas a acercar a ella te romperé algo más que la nariz –Le advierte Sam al chico aun tratando de recuperar el equilibrio. Cuando ya se ha puesto totalmente en pie, se le abalanza a Sam quien vuelve a propinarle un golpe en la cara, esta vez lo sigue de una patada en el estómago, el chico cae al suelo y yo me llevo las manos a la boca, no soy capaz de reaccionar mientras Sam continua pegando patadas hasta que otro chico de la misma edad se acerca y detiene a Sam.

-¿¡Qué demonios te pasa!? –Le grita a Sam una vez lo separa.

-¿Que? ¿Lo conoces? –Responde con la mayor tranquilidad.

-¡Si! Es mi puto hermano.

-En ese caso, llévate al imbécil de tu hermano de aquí.

El chico se acerca y ayuda a su hermano a ponerse en pie, lo saca a rastras del bar y cuando ya han salido Sam se vuelve hacia mí, tiene los ojos inyectados en sangre y no me miran fijamente. Siento un dolor agudo al verlo en tal estado, pero intento mantener la firmeza en mi mirada.

-¿Cómo me encontraste? –Pregunta.

-Solo camine... ¿Qué te sucede Sam? –La respuesta resulta tan obvia que me arrepiento de haber preguntado y sacudo la cabeza antes de continuar –Olvídalo, vayámonos de aquí –Tomo su brazo pero cuando intento avanzar él permanece quieto.

-No quiero irme –Dice de pronto.

-Sam, cariño, vamos a casa –Le suplico con la voz quebrada.

-¿Casa? –Sus ojos han pasado de estar en la nada a estar conectados con los míos.

-Si, a casa, vamos –Señalo la puerta, pero el continúa sin seguirme.

-No tengo casa –Responde fríamente.

-Claro que la tienes, estás borracho... Vamos... Te preparare algo al llegar.

-¡No tengo casa! Mi única casa era junto a ti...

-Y estamos juntos... Te lo pido Sam, vayámonos de aquí.

-No... No estamos juntos. Todo esto ha sido un error –Sus palabras me atraviesan y siento una punzada en el estómago incapaz de desaparecer.

-No ha sido un error. Nada lo ha sido –Respondo intentando no derramar una lagrima.

-Por supuesto que sí, mírate... Las puntas de tu cabello, tus ojos marrones, tus labios... ¿Cómo no me iba a enamorar de ti?

-Entonces, ¿Enamorarse de mí fue un error?

-¡Claro! ¡Porque ahora que te vas no sé cómo continuare! –El grito de Sam llena el espacio y logra captar la atención de unas cuantas personas. Entonces la veo. Lucy está sentada en la mesa de la que Sam se levantó minutos atrás, está observándonos. Cuando pilla que me he dado cuenta voltea la mirada y continúa riéndose con uno de los hombres que tienen un cigarrillo en la mano. Me acerco a Sam y tomo de sus mejillas, él ríe como un demente y sus ojos parecen estar más perdidos que siempre. Planto un beso en sus labios y noto como su cuerpo se relaja y se inclina hacia mí, apoya su cabeza en mi hombro y comienza a llorar, lo abrazo y acaricio su encorvada espalda y al cabo de unos minutos lo enderezo. Él parece haberse calmado un poco así que no separo mis manos de sus pómulos mientras le susurro muy cerca de sus labios:

-No me iré de tu lado nunca... Ahora, vamos a casa.

Sam no dice nada y me toma de la mano, nos dirigimos a la salida y llamo un taxi por teléfono, no tarda en llegar, y el trayecto resulta callado y nostálgico. Creo que jamás había visto a Sam tan sensible como lo está en estos momentos. Por lo que al llegar, pago y subimos rápidamente al departamento. Al entrar tardamos unos minutos mientras le preparo algo a Sam para que mañana no le duela mucho la cabeza, y cuando se la toma lo ayudo a cambiarse. Sam ya está en la cama y yo me desvisto, me quito la camiseta que me puse por encima y me cambio el short por uno de pijama, cuando voy a buscar algo con que cubrir mi ropa interior siento los brazos de Sam arropándome el torso, la piel se me eriza cuando siento sus manos acariciando mis piernas desnudas y sus brazos dirigiéndome en su dirección. Sam termina con la distancia existente entre nosotros y me besa apasionadamente.

-Estás borracho... –Susurro, pero él vuelve a besarme, y de momento, me olvido de todo aquello que nos rodea.

-Te necesito... –Dice él - En alma y cuerpo.

Sus palabras se dirigen a mi corazón y provocan una corriente que recorre cada centímetro de mi cuerpo. Sus labios se dirigen a mi boca y bajan por mi cuello, sus manos acarician mis muslos y mis dedos entrelazan su cabello. Nuestro acto de amor no tuvo explicación concreta. Su cuerpo llamaba al mío y la naturaleza se encargó de unirlos. Nos convirtió en uno solo. Así como el café complementa a la lluvia, él se transformó en el único capaz de recorrer cada espacio de mi piel. De repente, toda frontera se desvaneció, y cuando sus labios bajaron por mi abdomen, el morbo no se apoderó del momento, y en su lugar, fue reemplazado por la pureza que nos unía... Que nos unía por toda una eternidad.

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¿Y si mañana fuera tu último día? // Wattys2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora