El anillo del Fénix

8 0 0
                                    

Después de pasar la tarde con mis primos y sus amigos, volvimos a casa donde esperaban mi tía y mi primo pequeño para cenar. Nada más entrar por la puerta recibiría una grata sorpresa. Sentados en el sofá de la casa esperaban mi prima y su marido. Para mí fue una sorpresa pues pensaba que no los llegaría en todo el viaje, por suerte para mí me equivoqué. Ambos se levantaron al verme, mostrando gran alegría por vernos después de varios años. También me alegraba de verlos, pero por desgracia tenía otras cosas en la cabeza que me impedían mostrarlo tanto como me hubiera gustado.

Recibí una segunda sorpresa, la cual estaba sobre la cama donde debía dormir. Mi tía me indicó que alguien había dejado esa carta a mi nombre por debajo de la puerta. Observé la carta, sin abrirla, dándome cuenta de que no tenía remitente. Decidí dar prioridad a estar con mi familia y charlar, para ponernos al día después del tiempo que hacía que no los veía a todos juntos.

Hacía poco que habían llamada a la pizzería para pedir la cena, que en aproximadamente unos veinte minutos llegaría el repartidor. Pasó de la medianoche, habiendo cenado y hablado durante mucho rato, cuando mi prima y su marido se despidieron.

Sabíamos que no nos veríamos en lo que me quedaba de vacaciones, por lo que me enviaron saludos, besos y abrazos para mis padres y hermanos, en particular para mi madre. Aun sabiendo que pocas veces me acordaba de estas cosas, sonreí y prometí que entregaría sus saludos. Para que no me insistieran en que me acordara de ello, dije que si era necesario me lo apuntaría en la agenda del teléfono móvil.

Una vez mi prima se marchó, el resto de mis primos se fueron a dormir uno a uno. Mi tía también se despidió y se fue a dormir. Todos ellos habían trabajado y estaban agotados, además por la mañana tendríamos que levantarnos temprano. Entré en la habitación y cerré la puerta. Como era costumbre, de cada vez que iba a visitarles, me dejaron una habitación para mí solo.
Antes de apagar la luz recordé la carta que me habían dejado. Tenía curiosidad por lo que habría escrito, aunque intuía quien me había mandado aquella carta. Abrí la carta y comencé a leer que me habían escrito.

"No logro comprender como ha sucedido, pero has conseguido derrotar al guerrero de Morphos. Creímos que eras el guerrero más débil, pero has obtenido una sorprendente victoria al hacerte con el anillo de Morphos.

Pero aun te queda un largo camino por recorrer. Aun quedan dos anillos por aparecer y un enemigo acechando en todo momento. No te equivoques, pues no hablo de ti, sino de mí. No considero que seas una amenaza contra el poder de mi anillo, pero reconozco que no debo subestimar las habilidades que conoces del poder del cielo.

Dudo que tengas algún plan que te pueda permitir hacerte con los anillos que aun no posees. Espero logres descansar y disfrutar de tu tiempo en familia, pues muy pronto nos veremos uno frente al otro y entonces llegará el momento de enfrentarnos y aceptar las consecuencias de nuestros actos.

Preferiría no verme obligado a darte muerte. Sería mejor tenerte como aliado o como uno de mis más leales vasallos. Pero sé cierto que nunca aceptarías tal humillación. Aunque no unirte provocaría un castigo eterno para todos ellos y también para ti.
Espero no malinterpretes mis palabras. No tengo intención de rogar para que te unas a nuestra causa, pues sería en vano hacerlo. Únicamente pretendo advertirte de lo que sucederá tras nuestro enfrentamiento saliendo victorioso y con el poder de tu anillo en mis manos.

Una vez más te ruego que descanses y disfrutes cuanto puedas, para que nuestro combate sea justo y no manche el honor de ninguno de los dos. Hasta más ver guerrero del cielo. "

Como intuía, la carta había sido escrita por el que tenía el anillo de Evgokhod. Me di cuenta por la forma de escribir que la anterior carta había sido escrita por el guerrero que ya estaba derrotado. El guerrero que manipula el hielo, parecía algo más humilde, por lo menos por escrito. Aunque no contemplaba la posibilidad de ser derrotado, aceptaba que tenía posibilidades de ganarle.

(L.A.S) Los Cuatro ArquerosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora