Frío polar

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Desperté sobresaltado después de ver como desaparecía el cuerpo de Iynehas por el magma que salía de la esfera creada por el guerrero del Fénix. Enseguida vi a mi tía sentada junto a mí en la cama. A su lado estaba uno de mis primos, de pie junto a la cama. Notaba el corazón acelerado, respiraba exhausto, viendo la sorprendida cara de mi tía. Mi primo me ofreció un vaso de agua, que bebí agradecido. Alargué la mano para mirar la hora en el despertador, pero mi tía lo cogió antes.

- Es hora de levantarse- dijo mi tía levantándose y llevándose el despertador con ella-. Cámbiate, lávate la cara y ven a la cocina a desayunar.
- Ahora voy- dije un tanto confuso.
- Por cierto ¿Quién es Iynehas?- preguntó mi primo antes de salir de la habitación-. Es que gritabas ese nombre antes de despertarte.
- Pues no tengo ni idea, solo espero que nunca le llegue a pasar lo que he soñado- mi respuesta no terminó de convencer a mi primo, que se quedó esperando a que le explicara algo más, de modo que le conté mi sueño sin entrar en muchos detalles.

Hasta que no le expliqué el sueño, mi primo no salió de la  habitación para ir a la cocina para desayunar. Me levanté con mucha tranquilidad. Antes de ir a la cocina, me aseguré de que todavía guardaba en el pantalón el anillo que perteneció al guerrero de Morphos.

Todavía en pijama fui al cuarto de baño, antes de ir a la cocina, para asearme un poco. Mientras me afeitaba empecé a recordar todo lo ocurrido el día anterior, recordando también la carta recibida por la noche y que había escrito el guerrero de Evgokhod. Al acordarme me di cuenta de que había cometido un gran error y no la había guardado en ninguna parte. En cuanto terminé de afeitarme volví a la habitación y busqué la carta, sabiendo que estaría en un gran problema si alguien de mi familia le encontraba. Busqué entre la ropa que llevaba por la noche, bajo la cama y en la mesita, pero no la encontré por ninguna parte.

Me cambié de ropa, preocupado por si alguien de mi familia leía la carta y descubría el secreto, pues supondría que yo solo habría roto el juramento de silencio. Resignándome a tener que mentir una vez más, fui a la cocina para desayunar. Mientras me tomaba el café, vi en la encimera una hoja de papel doblada y decidí cogerla para ver que había escrita en ella. Suspiré y comencé a leerla. Fue una gran sorpresa encontrar la carta del guerrero de Evgokhod en la cocina, así que me la guardé en el bolsillo consciente de que alguien de mi familia ya la había leído.

- ¿Esa hoja era tuya?- preguntó uno de mis primos, entrando ahora en la cocina y viendo que era el mismo que me ofreció el vaso de agua en la cama-. Tienes amigos muy raros, pero tranquilo que no diré nada a nadie de lo que he leído.
- No sé de qué me estás hablando- dije intentando evadirme, dirigiéndome a la puerta de la cocina.
- No sé quién te la habrá escrito, pero espero que en algún momento me des una explicación de lo que pasó en el metro- insistió mi primo, después de haber hecho gesto de ponerse en mi camino.
- Sigo sin saber a qué te refieres- debía seguir evadiéndome, para que no descubriera nada de lo relacionado con los anillos.
- ¡Tú mismo! Cuando quieras ya me explicarás de que va todo eso- indicó viendo que no iba a responderle sobre ese tema-. Ahora date prisa, que los demás están a punto de llegar y se nos echa el tiempo encima.

Mentalmente agradecí que mi primo no insistiera en saber lo que significaba lo de la carta y qué relación tenía yo con lo ocurrido en el metro. Salí de la cocina y me dirigí directamente a la habitación para preparar todas las cosas que pudiera necesitar para el viaje y para acampar.

En poco más de media hora tuvimos que estar todos preparados, pues la gente comenzaría a llegar. Nos quedaba un largo camino por recorrer hasta llegar al camping donde pasaríamos los próximos tres días.

Aun disponiendo de tres coches para el viaje, faltó uno para llevar a las cuatro personas que al final tendrían que hacer el viaje en un autocar. Insistí varias veces en ser uno de los que fuese en autocar, pero nadie en mi familia permitió que fuese uno de los que utilizara ese medio de transporte. Finalmente tuve que agradecer el haber hecho el viaje en coche.

(L.A.S) Los Cuatro ArquerosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora