Paro cardíaco

5 1 0
                                    

Retrocedí varios pasos al ver que Alberto se preparaba para utilizar el poder del anillo del agua para intentar golpear al enemigo. No logré decir una sola palabra para evitar que cometiera tal error. En apenas unos segundos Alberto lanzaba un potente chorro de agua contra el enemigo, que intentaba soltarse de la presa que le había hecho Miguel por la espalda. La potencia del agua hizo retroceder algunos centímetros a los dos. Me sorprendió ver que en el momento en que le golpeó el agua dejara de ofrecer resistencia. Al instante comencé a gritar a Alberto para que dejara de lanzar ese ataque, pero antes de que me hiciera caso, el enemigo decidió reaccionar.

Unas chispas cubrieron al enemigo y al instante lanzó sus rayos a través de la corriente de agua, golpeando salvajemente a Alberto. Los rayos golpeaban a Miguel, pero parecía que apenas le afectaban. Finalmente decidió soltar al enemigo, creyendo que de esa manera dejaría de electrocutar a Alberto. En el instante que se sintió libre, se volvió y golpeó con su vara a Miguel, lanzándolo al suelo. Alberto cayó de rodillas cuando se volvió  el enemigo y dejó de lanzar rayos hacia él.

-¿Creéis de verdad que podéis vencer? ¡No sois rivales para mí! Dudo que en un futuro lejano fuerais capaces de vencerme- el guerrero de Magno sentía que era capaz de vencer sin importar quien le atacara, ni cuantos tuviera frente a él-. Solo uno de vosotros podría derrotarme y dudo que seas capaz de controlar ese poder.
-Puede que me venzas, pero aun necesitas tu pergamino y nunca lo tendrás- indiqué al ver que tenía intención de venir a por mí directamente.
-Si acabo contigo y termino con tus amigos ya no necesitaré el pergamino y ya nadie podrá obligarme a que lo destruya. No pienses que es algo personal, pero voy a darte muerte aquí y ahora.

Después de aquello movió nuevamente su vara y una gran cantidad de rayos cayeron a tierra a mí alrededor. Cerré los ojos esperando que alguno de ellos me golpeara, pero no fue así. Abrí los ojos y pude ver que una gran esfera dorada me rodeaba y me había protegido de aquella descarga. El guerrero de Magno se sorprendió al ver que sin esforzarme había evitado aquel ataque.

-¿Cómo es posible? ¿Acaso los Soberanos entregaron algún poder superior que no dieron al resto de los anillos?- cuestionó el enemigo sin comprender como había podido evadir el ataque.
-Hace poco me dijeron que el poder de mi anillo me permite evadir cualquier ataque procedente de los demás anillo- contesté haciendo referencia a lo que me dijo el guerrero de Evgokhod-. Únicamente me afectan los golpes directos, pero mientras utilice el poder del anillo no podrás golpearme.
-Yo de ti no hablaría tanto, no tienes poder para aguantar lo suficiente esta absurda estrategia- indicó Magno que no tiraba la toalla y confiaba en vencer.
-Solo he de aguantar el tiempo suficiente como para averiguar la forma de vencerte-  dije mientras me elevaba en el aire.

El enemigo se preparó para lanzar más rayos hacia donde me encontraba, pero un grueso muro de rocas le impidió seguir viéndome. Magno se volvió y recibió un golpe en la cara y otro en el pecho que hicieron que se golpeara contra el muro. Con un leve movimiento Miguel hizo aparecer varias raíces que atraparon al enemigo con fuerza, al mismo tiempo que el muro desaparecía.

Alberto se había puesto en pie, aunque le costaba sostenerse. Se acercaba lentamente llevando el arma que le otorgaba el anillo, que por el momento le servía para aguantarse en pie. Me alegraba ver que ambos estaban bien. Decidí acercarme hasta donde estaba Ricardo, para asegurarme de que estaba bien a pesar de haber perdido el conocimiento con todos los rayos que cayeron sobre él. Por suerte el poder del anillo le protegió, a pesar de no ser capaz de evitar todas las descargas.

-Maravilloso, aun sois capaces de teneros en pie- dijo Magno siendo irónico con sus palabras.
-No deberías menospreciar el poder de los demás anillos, solo porque creas tener más poder que los demás- replicó Miguel mirándolo bastante molesto.
-En eso te equivocas- dijo el enemigo sorprendiendo a Miguel-. Si mi poder es superior al tuyo, no tengo porque valorarlo de ninguna otra manera. Muy pronto terminarás comprendiendo que los más fuertes solo valoran aquello que puede acabar con ellos, no a los que son inferiores a ellos.

(L.A.S) Los Cuatro ArquerosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora