Capítulo III: La inocencia de Noa.

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Mientras dormía, la pequeña e intrépida Noa tenía un sueño. Dos voces particulares le hablan de la añoranza, la tristeza generada por la pérdida de un ser querido. —Te extraño Noa... —Te espero Noa...— decían entre tantas cosas. La joven despertó abruptamente, preocupando a la loba que la custodiaba, justo a su lado.

—¿Has dormido bien Noa?— preguntó la loba, dejando en claro que el hecho de comunicarse para ella no era algo extraordinario.

—... Sí— claramente obvió el sueño que había acabado de tener.

—Perfecto. Entonces es hora de nuestro entrenamiento matutino, a ver si recuerdas todo lo que te conté.— la loba esperaba que le respondiera con las enseñanzas adquiridas hasta el momento.

—Nos estamos preparando para enfrentar los peligros de la Neblina.— Noa, hacía una pausa entendiendo que la respuesta era correcta.

—Bien ¿Y cómo haremos eso?— preguntó la loba.

—Reviviendo los árboles Génesis. Ellos tienen el poder de alejar la Neblina.—

—Muy bien Noa, ahora la siguiente pregunta. Tenemos un árbol cerca ¿Cuál es?—

—Terra, el nombre del lugar donde está Árbol Génesis es algo difícil.— refunfuñó Noa.

—No es tan difícil recordarlo, pero está bien, te daré una pista. Es una montaña...— Terra esperó a que fuese suficiente para que la niña conteste.

—¡La montaña Rikuroa!— exclamó.

—Así es, creo que con esto ya tienes todo claro. Ahora haremos un poco de ejercicio físico, ve a pelear con los Piura que hay dentro de la caverna.— ordenó Terra.

Noa no hizo omisión de la petición de la loba. Aunque pudiera parecer extraño, el animal poseía una inteligencia privilegiada. Todo parecía indicar que Terra era maestra y tutora de la jovencita de doce años de edad. Cuando finalmente el entrenamiento físico terminó las palabras de la loba serían reconfortantes.

—Buen trabajo, pronto partiremos hacia la montaña Rikuroa.— informaba Terra.

—Estoy entusiasmada con la idea, ya tenía ganas de conocer el Árbol Génesis donde nos conocimos.— agregó Noa haciendo ejercicios de elongación. Ninguno de los Piura fue contrincante para ella.

—Hablas como si lo recordaras. Eras una pequeña bebita...— un poderoso estruendo se escuchó y una brisa aterradora, trajo algo más que terror. —¡No puede ser! ¡La entrada de la caverna se ha fisurado dejando entrar la Neblina! ¡Rápido Noa, debemos salir de aquí, este lugar se transformará en una trampa mortal!— la efusividad de Terra tenía fundamentos.

La Neblina trajo consigo un sin fin de Seru enloquecidos, pelearon fervientemente para salir de la caverna que había sido su hogar por más de doce años. Con el mundo a sus anchas frente a ellas, sólo había un lugar a dónde ir... —¡Vamos la montaña Rikuroa nos espera!—

Les separaban unos cuántos kilómetros de aquella montaña. Lógicamente en el camino serían atacadas por los Seru de la Neblina. Estando cerca ya de la montaña, vieron que al Oeste se extendía la entrada a un valle. La niña Noa no pudo evitar sentirse atraída por aquel sendero. —¡Detente!— ordenó Terra.

—¿Por qué? Yo quiero continuar avanzando.—

—Más adelante la Neblina es muy densa, seguramente debe tratarse del generador de Neblina.— explicó la loba.

—¿Generador de Neblina? Entonces se supone que si destruimos ese generador, la Neblina desaparecerá.— los pensamientos de la joven eran fácilmente legibles para Terra.

La Leyenda de LegaiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora