Capítulo X: Hari, pasado, presente y futuro

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Fatigados continuaron descendiendo por la Puerta de las Sombras. Todas las criaturas que se les atravesaban en el camino, cedían a la fuerza combinada de los Ra-Seru. La luz escaseaba cada vez más y los ruidos de las espadas junto a los rugidos, zarpazos y lamentos por parte de las bestias Seru completaban la acústica. Luego el silencio hacía de aquellos senderos, caminos de desconcierto.

El equipamiento que llevaban consigo era mágico, o al menos eso supuso Noa cuando le comentó a sus compañeros, que a medida que avanzaba se le tornaba más pesada. La voz de la consciencia del grupo, Gala, sugirió un descanso.

—¿Realmente encontraremos vida aquí abajo?— la pregunta de Gala estaba llena de pesimismo. Se encontraría con el entusiasmo de Noa. —¡Por supuesto que sí!— el monje guerrero observó con recelo y se guardó el pensamiento.

—Probablemente más adelante haya un lugar seguro.— Vahn alentaba la idea de su compañera. —Por eso eres mi preferido.— dijo ella.

—Está infectado de monstruos Seru, dudo que exista un ser humano en este lugar.— Gala conservaba su forma de pensar al respecto.

No lo tomen a la ligera.— la voz de Meta. —Tras el silencio de esta caverna, se escuchan voces humanas.— Luego de aquella indicación los muchachos afinaron sus oídos.

—¡Es cierto!— corrigió eufórico el monje. —Debemos estar cerca.— agregó.

El entusiasmo de ambos creció en general, tanto, que se apresuraron para llegar a las voces. Varios Seru se interpusieron, sin embargo, las ansias por arribar aumentaron sus fuerzas desgastadas. Luego de un buen rato, el pasillo angosto por el cual se habían desplazado, comenzó a mostrar una luz brillante. Al pasar el umbral, un deleite para sus ojos.

Los angostos pasillos se transformaron en un enorme espacio invadido por plataformas, unidas por puentes de roca marmolina. Fisuras en el techo de la caverna, dejaban entrar pequeños destellos de luz, junto a las antorchas colocadas estratégicamente para iluminar el lugar. Las casas alojadas en cada una de esas plataformas estaban repletas de gente.

—¡Todas estas personas, tienen que ser los habitantes de Octam!— Noa sacaba apresuradamente sus propias conclusiones.

—Es probable. En este lugar no hay Neblina y llegamos hasta aquí atravesando la Puerta de las Sombras.— mientras analizaba con detenimiento a las personas y a las estructuras, Gala afirmaba todas las sospechas.

—¿Qué es eso?— interrogó el cazador al notar que el suelo comenzaba a temblar y uno de los pilares que sostenía una de las decenas de casas empezaba a ceder.

El nerviosismo de la propietaria saliendo del interior y la preocupación de los habitantes de una ciudad devastada en la superficie, eran el escenario de aquella ante sala. —¡Salta Débora!— le gritaba un hombre a la dueña de la casa en pleno colapso. El puente que unía las estructuras ya había perdido medio metro. Las rocas de mármol cedieron al temblor cayendo al abismo. Los guerreros Ra-Seru, no fueron más que espectadores de la desgracia ajena. La propietaria se decidió por ponerse a salvo, mientras observaba el desplome de su hogar, ya perdido en las sombras.  

—No puedo imaginar una escena peor. Espero que nuestra llegada no tenga nada que ver con esto.— Gala mostró preocupación. Vahn daba unos pasos al frente. —No lo veas de esa manera, tuvo que tratarse de las casualidades del destino.—

—Si esto es Octam, aquí debería estar Hari. Iré a ver cómo está aquella señora.— el entusiasmo de Noa se había perdido en el derrumbe de aquel pilar.

Caminaron hasta el centro de los condominios. La gente había notado la presencia de los viajeros recién llegados, pero debido a la conmoción los ignoraban, excepto por una niña...

La Leyenda de LegaiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora