Capítulo I: El coraje de Vahn.

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El sonido de las olas golpeando en los laterales de las murallas, junto al chillido característico de las gaviotas lo despertó. Observó por la ventana, muy allegada a su cama que el día era bastante soleado. —Gran día para entrenar.— murmuró. Su pequeña hermana percató que el sueño profundo se había terminado. —Vahn, al fin despiertas. Ha venido Mei a buscarte para resolver unos asuntos contigo. No tuve más remedio que decirle que te avisaría al despertar. Ve a verla en cuanto puedas.— la pequeña de no más de ocho años de edad, se dio la vuelta para seguir con los quehaceres de la casa. Desde muy pequeña tuvo que ayudar a su padre discapacitado, a falta de su madre, se sintió en la necesidad de cumplir el rol de ama de casa. En cambio Vahn sólo debía preocuparse por entrenar para convertirse en cazador.

—Vahn, no demores más. Ve a entrenar y luego resuelve lo que te haya quedado pendiente con Mei. Recuerda que la expedición era próxima a volver y luego serás tú, quien partirá junto a ellos.— Val, padre de Vahn era discapacitado, debido a un accidente una de sus piernas no había quedado bien. Tenía que ayudarse con un bastón para caminar.

—No te preocupes, ya mismo voy a ver al maestro Tetsu.— contestó él.

Vahn salió de su pequeña casa y caminó por la aldea de Rim Elm. En su trayecto se cruzó a su amiga Mei, que inesperadamente apareció en su camino, cuando lo vio venir a través de su ventana.

—¡Vahn, espera!— dijo abruptamente cortándole el paso. —Sé que estás ocupado entrenando, pero debo tomarte las medidas para tu traje de caza.— el muchacho la observó elocuentemente. —¿No lo has olvidado verdad?—

—Por supuesto que no.— contestó con seguridad. —Lo que sucede es que de verdad no debo darle la importancia que merece. Sinceramente no me gusta la idea de pelear con un traje pesado. Sin embargo la protección está primero.— al escucharlo, Mei simplemente suspiró.

—No te preocupes. La idea es que sea bastante ligero para que no moleste en tus movimientos. Ve a entrenar.— parecía un regaño, pero Mei a pesar de tener la misma edad que Vahn, era más madura. —¿Podré pasar más tarde a tomarte las medidas?— preguntó para despejar todas las dudas.

—Claro.— dijo siguiendo su camino.

Sin darse cuenta, Vahn fue atraído hasta el centro del pueblo, donde el símbolo de la aldea, mostraba sus ramas. —No está tan mal nuestro Árbol Génesis ¿Verdad?— opinó el anciano y jefe de la aldea.

—Es sólo un árbol...— dijo Vahn con cierta carencia de importancia.

—No es sólo un árbol. Una importante leyenda dice que el Árbol Génesis salvará al hombre.— profetizó el anciano.

—Quizá se haya olvidado cómo.— comentó Vahn sonriente. Los niños que estaban junto al anciano carcajearon.

—Puede que al árbol se le haya olvidado, pero sé que a ti no. Mañana te conviertes en cazador ¿Hoy entrenarás?— Vahn asintió con la cabeza. —Entonces no te robo más tiempo. Espero que te conviertas en un gran cazador.— dijo el anciano despidiéndose.

Al detenerse frente al mar Vahn suspiró. A lo lejos en el horizonte podía verse el Sol, con un cielo sumamente despejado. —Ni la Neblina pudo con esta vista.— dijo para sí mismo. Pero aparentemente alguien lo había escuchado. —La Neblina no se alza sobre el mar. No ha habido indicios de Seru marinos tampoco.— comentó Tetsu.

—Así parece...— indicó Vahn. —No sé mucho de la Neblina. Pero mi padre y los ancianos me han comentado de los Seru ¿Fue casualidad que Rim Elm tuviera esta muralla?— preguntó a su maestro.

—La muralla de Rim Elm está mucho antes de la Neblina. Pero debemos considerarnos afortunados de poder vivir bajo su protección. Yo en lo personal, nunca pensé que en mi visita al pueblo, salvaría también mi vida.— Tetsu se ponía nostálgico al recordar.

La Leyenda de LegaiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora