Capítulo XIV: El Guardián

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La inmensa torre de Tol, luego de tanto avanzar Noa, Gala y Vahn podían decir que habían llegado. Un extenso puente llevaba a la entrada principal. La ciudad parecía ser muy alta, algo distinto a lo que habían visto hasta ahora, era realmente imponente. Noa no sabía cómo describirlo, para ella, todas las cosas eran nuevas, el haber vivido en una cueva casi toda su vida, la acostumbró a sorprenderse por la mayoría de las cosas. Sin embargo, esta vez, tanto el joven cazador y el monje guerrero se dejaron impresionar por la arquitectura del continente de Karisto. Al ingresar notaron rápidamente la diferencia entre las distintas ciudades que ya conocían. Esta era totalmente diferente escaleras a ambos lados. Las de la derecha descendían y las de la izquierda ascendían.

—¡Qué ciudad tan particular e imponente!— señaló Gala.

Siento presencia humana arriba de nuestras cabezas.— Terra anunciaba lo que a simple vista se palpaba.

—Al parecer la Neblina no llega a los pisos superiores. Pero en los pisos de abajo la densidad de la misma es alarmante.— comentó Vahn.

Aun así, tendremos que encontrar la forma de abrirnos paso hacia abajo. Se siente una energía particular.— Meta insinuó, pero no terminó de completar la frase.

—Investigaremos, después de todo tenemos que encontrar la forma de alejar la Neblina de Tol.— Gala, lo daba por hecho, ahora comenzaron el ascenso. Algunos pisos seguían colapsados por la Neblina, por lo cual avanzaron con cautela.

Se escuchaban ruidos extraños, se detuvieron. Al parecer el sonido de rugidos de monstruos Seru y el rechinar de una armadura, sablazos que furtivamente estaban peleando con la locura y la desesperanza. Hasta que finalmente no se oyó más nada.

—Probablemente la persona que peleaba contra el Seru ahora esté muerto.— supuso Gala sin apartar su vista de la habitación de dónde provenían los ruidos. Todos permanecieron expectantes.

De entre las sombras salía una figura. Un anciano, claramente se lo pudo ver, portaba una armadura demasiado llamativa, llevaba el casco bajo el brazo, disfrutando de un triunfo a manos del enemigo. Pero cuando vio a los guerreros Ra-Seru, automáticamente se colocó el casco y con un movimiento poco común para su edad, se puso en guardia mostrando el enorme filo de una espada bien encajada en el antebrazo de su armadura. —¡Malditas alimañas del infierno querían tenerme una emboscada!— exclamó el anciano a punto de atacar.

—¡Espera anciano, recapacita, no somos monstruos Seru!— Gala se alertó, pero Noa se pudo a aún más nerviosa.

—¡Somos Humanos, como tú!— gritó.

—¿Humanos en medio de la Neblina? No quieran engañarme.— dijo conservando su postura de pelea.

—Observa con atención...— Gala se mostró más calmado, los nervios serían contra producentes en una situación como esta.

—...Lo siento... Es verdad son humanos.— se convenció retirándose el casco.

—Por supuesto. ¿Quién es usted?—Noa y su imprudencia como de costumbre.

—Mi nombre es Gaza, soy un guerrero que recorre un sendero de sangre y devastación. Perdón nuevamente por mi comportamiento, es que hace tiempo soy parte de este mundo envilecido... ¿Mhm?— el anciano caminó hacia Noa. —¿Mar?... No, no eres Mar. Mis ojos me engañan, ella ya no pertenece a este mundo.— con resignación Gaza se apartó de ella y caminó descendiendo por las escaleras. —Continúen su camino, en las plantas superiores seguramente habrá gente que querrá saludarlos.— con esas últimas palabras se despidió.

Subieron a los pisos iluminados, las risas, gritos y voces no dejaban de sonar. Se miraron entre sí, lejos era la ciudad más alegre y con mayor actividad que les tocó visitar. La gente los observó, pero poco se impresionaban. Los Guerreros Ra-Seru solamente eran viajeros en busca de cobijo. Fue entonces cuando Noa escuchó una voz conocida, un bar en el quinto piso de Tol.

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