Capítulo IX: El camino hacia las Sombras.

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Noa entró a la ciudad de Octam desaforada, con la actitud que era patente registrada, la ansiedad con la sonrisa dibujada en el rostro iba a ir borrándose gradualmente. Gritó una y otra vez el nombre de Hari, pero no tuvo respuesta. Sus compañeros la dejaron ser, hasta el punto de que ya se tornaba lamentable no decirle la verdad. —Noa, por favor, presta atención, mira a tus alrededores ¿De verdad crees que alguien puede estar vivo en esta ciudad? Hay Neblina por todos lados...— el llamado a la consciencia de Gala, entristeció a la muchacha. Vahn la observó pensando en qué decirle para levantarle el ánimo, pero nada se le ocurrió. —Debemos seguir nuestro camino...— soltó determinante Gala, lo que impactó directamente en el humor de Noa.

—¡No, tenemos que buscar el Templo y ver dónde está Hari! Él nos habló en nuestros sueños, tiene que estar vivo.— sentenció ella. —Deja que Vahn decida qué hacer, él es el líder.—acotó.

—Está bien. Echemos un vistazo. Después de todo tenemos que investigar el Templo de la ciudad para dirigirnos a la Puerta de las Sombras. Por más que no haya nadie aquí, la respuesta se esconde en estas paredes.— la sensatez del muchacho de Rim Elm cautivó a Noa que se estiró para darle un beso y un abrazo. —Por eso eres mi favorito.— 

La inspección de Octam estaba arrojando datos inesperados, aparentemente la gente de la ciudad estaba preparada para la llegada de la Neblina. Probablemente la posibilidad de contar con Hari les daba cierta ventaja. "Mañana llevaremos a cabo el plan, viajar ligeros de equipaje". Esa era la línea de una carta que se repetía en muchas de las casas. —¡Por aquí!—advirtió Noa, una puerta doble llevaba a un corredor, donde otra puerta más grande y con detalles antiguos estaba cerrada y asegurada. —Alguien tuvo que trancarla desde adentro.— interpretó Gala, que junto con Vahn se encargaron de romper el cerrojo. Unas escales cuesta abajo, descendieron sin demasiados miramientos. Finalmente llegaron a una sala inmensa, cuatro cabezas de piedra del tamaño de un oso adulto, repartidas en las cuatro esquinas. Así mismo, había cuatro garitas antiguas las cuales portaban un libro cada una. Cada libro era un tomo distinto de las Profecías del Omnipresente Rem. El advenimiento de la Neblina, los héroes Ra-Seru y entre tantos el último hablaba de la Perla de Estrella, necesaria para abrir la Puerta de las Sombras. Un mecanismo en funcionamiento se escuchó trabajar a lo lejos. Una de las garitas se deslizaba hacia un costado, dejando a la vista una escalinata secreta que descendía al mismo abismo. —No hay muchas opciones, creo que debemos ir por ahí...—lleno de incertidumbre Vahn estaba decidido a bajar, el resto lo siguió sin cuestionar.

El destino final fue una sala con un gran ascensor. Inspeccionaron para darse cuenta de que el mismo no funcionaba y al parecer la existencia de la Perla de Estrella era un mito. —Nos hemos quedado en un callejón sin salida.— expresó Gala, cuando los pasos y la carcajada de una mujer se acercaban desde las sombras.

—Vaya, pero que gente más rara ¿Qué hacen por estos lados?— una mujer misteriosa, no se la podía cuestionar mucho por su aspecto, pero rápidamente los jóvenes dedujeron que se trataba de una persona singular.

—¡Eso deberíamos preguntar nosotros!— vociferó Gala adelantándose a sus compañeros.

—Pues lo mismo que ustedes, robar. Pero les sugiero que se larguen, aquí no hay nada, seguramente los habitantes de la ciudad se llevaron todo consigo.— la mujer contestaba con naturalidad, pero los nervios de los guerreros eran evidentes. 

—¿Qué es robar?— preguntó inocentemente Noa, aquella mujer no pudo aguantar la carcajada. Mientras Vahn le explicaba que robar era algo malo, Gala intentaba sacarle más información a la mujer.

—¿Cómo te llamas? ¿Y cómo haces para moverte libremente por la Neblina?— las preguntas de Gala en general se quedarían sin respuesta. Noa casi se le va encima cuando dedujo que una persona que robaba era mala, Vahn llegó a detenerla.

—Mi nombre es Caran...—

—Caran ¿Tú sabes dónde están todos?— otra pregunta surgida del monje que intuía bondad en la mujer.

—Claro, dónde más. Está claro que todos están bajo tierra. Ese ascensor debe estar supervisado para que nadie más lo use, se llevaron todo a un refugio subterráneo.— claramente Caran había leído los tomos de la profecía de Rem. —Pierden su tiempo, lo único que encontré fue una baratija llamada Perla de Estrella.— con lo último mencionado hubo revuelo.

—¿Qué hiciste con la Perla de Estrella?— Noa no pudo evitar las ansias.

—Se la vendí a un joyero en Jeremí, creo que su nombre era Zalan... Bueno, ahora me despido, no hay nada que me retenga en este tétrico lugar, vayan con cuidado.— Caran desapareció en la penumbra cuando Gala intentaba detenerla, es que no se explicaba cómo podía caminar libremente por la Neblina. Dudas que no quedarían resueltas, no por el momento. 

Cuando llegaron a Jeremí dando las noticias de su hijo Pepe, bastó con entregar su anillo. Al parecer la resignación de los años apaciguó el dolor.  No querían ser inoportunos, no obstante, tampoco tenían otro remedio que preguntar por lo que realmente les interesaba. La Perla de Estrella, en efecto estaba en poder de Zalan que no dudó en entregarla a los héroes. Dando a entender que no tenía valor material. Con ello, el destino era uno sólo. La Puerta de las Sombras, la Perla de Estrella era la clave para ello, entonces se encaminaron a las ruinas.

Al llegar notaron de inmediato el parecido de las cabezas de piedra, en efecto, el lugar era una réplica al Templo de Octam, a excepción de una Flor de Piedra...

—¡Oh, qué decepción!— la voz de un hombre. Un humo salió de la flor de piedra la figura de algo parecido a un ninja salió disparada de ella. Después de dar una serie de piruetas, se detuvo frente a ellos. —Cuando me enteré de que Zeto había sido derrotado por los héroes Ra-Seru, tuve muchas expectativas. Pero al ver que son sólo unos niños no puedo dejar de pensar que Zeto fue un descuidado.—

—¡¿Quién demonios eres?!— preguntó Gala al ver lo presuntuoso del sujeto.

—Mi nombre es Gi Delilas, Fuerzas Especiales de la Seguridad Personal Real.— dijo presentándose acompañado de varios movimientos corporales.

—Vahn no tenemos mucho tiempo para perder aquí...— opinaba el monje desinteresadamente.

—¡Así que tú eres el Líder peliazul, pelea conmigo en una batalla de uno contra uno!— reclamó con énfasis el guerrero experimentado.

—¡Un momento! ¿Por qué quieres pelear con Vahn y no conmigo?— se exaltó Noa que permanecía en posición de combate.

—La pelea uno a uno es una tradición familiar, pero no desesperes, después de matarlo a él pelearé contigo.— afirmó el guerrero que estaba dispuesto a combatir.

—Un momento hermano mayor... — una voz femenina se escuchaba muy cerca. De aquella Flor de Piedra por la cual había aparecido este extraño personaje se sumaban otros dos. Una mujer de apariencia frágil y un hombre de gran musculatura. —Todos con esos Seru...— murmuró Gala al ver que todos tenía Seru, similares al que Songi portaba. —Hermano...— la mujer se le acercó para susurrarle unas palabras al oído. —Entiendo...— dijo él. Al parecer esa información cambió totalmente sus intenciones.

—¿Quiénes son ustedes?— la pregunta de Noa hizo brotar una especie de ego retorcido en aquellos individuos, los cuales comenzaron a presentarse de una manera extravagante. lo que quedaba claro, era que se trataba de la Familia Delilas. Cada uno de ellos tenía una especialidad distinta. Gi Delilas, el mayor de los tres hermanos dejó en evidencia que la próxima vez que los cruzara mataría a Vahn sin dudarlo. Luego de menudo desfile desaparecieron en la Neblina.

—Peculiar trío de hermanos nos hemos encontrado.— opinó el monje.

—Dejemos de perder el tiempo en ello. La respuesta está en este lugar, debemos encontrar a Hari y a la gente de Octam.— sentenció Vahn.

Analizaron las Cabezas rocosas y pujaron a referencia al Templo de Octam, la Flor de Piedra se abrió como un capullo. —Arroja la Perla de Estrella en su interior.— la sugerencia de Gala era correcta, eso activó el mecanismo para que los héroes Ra-Seru pudieran descender a la cueva subterránea. Pero con ellos la Neblina, que rápidamente invadió el lugar. Cerraron la entrada lo más rápido posible. Tendrían que lidiar con lo poco que había entrado para limpiar el lugar y aminorar los riesgos...

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