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Necesitaba verla, pero no tenía ganas de hablar con el mundo. 

Sabía que si le hablaba las cosas terminarían mal por mi mini-depresión.

Pero a la mierda todo eso, quería verla.

Entré por el umbral de la puerta de su habitación para de inmediato sentarme en el sillón con la mirada fija en el suelo.

Podía sentir su mirada sobre mí, pero aun así seguía sin verla directamente a los ojos.

— ¿Estás bien?—preguntó.

No dije nada.

Había pasado unos diez minutos preguntándome lo mismo.

Pero aun así no le hablé, ya que si habría mi gran bocota sabía que diría algo grosero u ofensivo.

Solo quería estar con ella, su presencia a mi lado me transmitía algo que nunca había podido encontrar en mí; paz.

Después de unos minutos se dio por vencida y se recostó en su camilla dándome la espalda.

Odiaba que se enojara conmigo.

Pero era la mejor opción.

Hospital lover.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora