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El chico subía por el ascensor con los nervios a flor de piel, era evidente ya que las gotas de sudor de su frente no dejaban de caer.

Se veía por el reflejo de la máquina, asegurándose de que nada le faltara y se viera bien. Sería un momento especial.

Contemplaba la belleza del ramo de flores que le daría a su chica, mientras esperaba a que el elevador se detuviera y abriera sus puertas en el piso número tres.

"Ya es hora", pensaba el chico, "no puedo esperar más tiempo".

El ascensor abrió sus puertas; el chico suspiró, no quería que nada saliera mal.

Caminaba por los blancos y sobrios pasillos del edificio para llegar a la habitación 335: la habitación de su futura novia.

Se situó frente a la puerta, limpiándose de nuevo las gotas de sudor que le caían.

Éste sería un momento especial, un momento que lo recordaría por toda su vida, nada podía salir mal.

Arregló algunos detalles de su traje y las flores para acto seguido armarse de valor y girar la manija de la puerta, adentrándose a la habitación pronunciando la famosa y ansiada pregunta.

"¿Quieres ser mi novia?"

La cara de sorpresa, alegría y amor de la chica era para tomarle una foto y tenerla de recuerdo.

La expresión del chico se volvió igual a la de ella cuando su chica le dijo la respuesta que sus oídos ansiaban por escuchar.

Al fin y al cabo, donde sea que estuviesen, de cualquier modo terminarían juntos.

Tal vez estaban destinados a ser el uno para el otro, no estar separados.

O tal vez no...

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Definitivamente amé este capítulo. 

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    ― K.M. 

Hospital lover.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora