Dos

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Jeffrey dio un vistazo al muchacho que se encontraba sentado en la camilla. El doctor que lo atendía salió de la habitación, llamando la atención del oficial, haciendo que se acercara a él con curiosidad.

- ¿Cómo está? -preguntó tranquilo, no iba a dar a notar la incomodidad que le hacía sentir ese muchacho. Definitivamente no le daba buena espina.

- Estará bien, unas cuántas heridas en la piel, rasguños, golpes -revisó la carpeta en sus manos- La razón de su desmayo es inconclusa, pero lo más seguro es que haya sido por cansancio -lo miró- Y una cosa muy curiosa...

- ¿Sí?

- La sangre que tenía en sus manos, no era de él -Jeffrey prestó más atención- Puede salir en cuánto usted lo autorice.

Los dos hombres estrecharon manos, el doctor se fue y Jeffrey volvió a ver al chico, decidió llevarlo a su lugar de trabajo.

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- Dylan Moore, tiene diecisiete años, es uno de esos chicos desaparecidos -una de las oficiales le da la lista de las personas perdidas del último mes- Según su madre desapareció hace tres días -Jeffrey dejó a un lado la lista y tomó la carpeta con el reporte de Dylan- ¿Llamo a su madre? ¿Jeffrey?

El oficial Jeffrey estaba consternado, distraído y un tanto confuso, sus pensamientos iban y venían, formando preguntas en su cabeza, contestándolas a la vez.

- Es uno de los chicos que desaparecieron hace tres días -reafirmó- Si él apareció, quiere decir que podemos dar con los otros chicos -la oficial afirmó- No llames a su madre, no por ahora, voy a hablar con él.

Por otro lado, Dylan se encontraba sentado en una silla de plástico en una esquina del lugar. Sus pensamientos estaban saturados, no sabía qué pensar, no sabía que sentir, no sabía nada. Su mirada estaba perdida en la pared. Se dio cuenta de la llegada de Jeffrey a su lado, pero no lo tomó en cuenta, quería desaparecer y olvidar todo lo pasado.

- ¿Dylan? -volteó al llamado del oficial- Tu nombre es Dylan, Dylan Moore, ¿no es así? -él asintió- ¿Puedo hablar contigo? -suspiró y se levantó, esperando que el oficial imitara su acción.

Ambos caminaron en silencio hacia la oficina que ponía en letras blancas "August J. Jeffrey".

El oficial caminó hasta su escritorio, sentándose en su lugar habitual, y esperó a que Dylan se sentara delante de él.

- ¿Qué edad tienes? -Dylan no contestó- Mira, si no me ayudas, yo no te puedo ayudar -puso los brazos en el escritorio.

- Diecisiete -murmuró el chico.

- Diecisiete, muy bien -repitió y guardó silencio por un momento- ¿Podrías contarme qué te ha pasado?

- Muchas cosas -dijo el chico, teniendo esa mirada perdida que ya lo estaba caracterizando.

- Yo sé que sí -dijo el oficial- ¿Quieres hablar de ello?

- No -contestó simplemente.

Jeffrey suspiró y se recargó en el respaldo de la silla.

- Has estado desaparecido por un par de días, necesito saber en dónde has estado, tu madre ha estado preocupada.

Jeffrey se empezaba a desesperar, no podía hacer que el chico emitiera otra palabra.

- Cuando te encontré -comenzó- Tenías rasguños y golpes en el cuerpo, además de sangre en tus manos -lo miró fijamente- Esa sangre no era tuya -pudo notar como el cuerpo de Dylan se tensaba- Necesito saber en donde has estado.

- Es una historia larga -dijo Dylan con la voz cortada, sus ojos lagrimeaban de repente.

- Tenemos tiempo -dijo Jeffrey.

- Todo comenzó en esa fiesta -Dylan mordió su labio- Esa maldita y estúpida fiesta.

Dylan tapó su cara con las manos, y Jeffrey suspiró.

- Sé que puede ser difícil, así que empieza cuando te sientas preparado.

Dylan estaba temblando pero por fin habló, y así la historia tomó inicio.

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¡Hola!

Sé que el capítulo es corto, pero con el próximo empezamos la verdadera historia:)

¡Los amo!

xa. 

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