Lo único que estaba en mi mente eran unos ojos color miel, llenos de vida, brillantes, hermosos, y que en un segundo cambiaban. Podía ver cómo se apagaban, perdían su brillo, llenos de preocupación y miedo. Más que miedo, pánico.
Supe que estaba tirado en el suelo cuando Ray apareció en mi campo de visión, aparentemente gritando, pero no podía escucharlo, era como si estuviera en otro lugar justo en ese momento, donde no pasaba nada, no escuchaba nada y no podía sentir más que un ardor en mi pecho.
Sentía que la presión en mi pecho era más grande a cada segundo que pasaba, y aunque en realidad no las sentía, sabía que las lágrimas inundaban mis mejillas.
- ¡Dylan! ¡Dylan! -me zarandeaba de un lado a otro mientras que yo sólo me limitaba a parpadear repetidas veces para aclarar mi vista.
Volví a la realidad y mis oídos se saturaron con los gritos de Ryan, el llanto de Perl, y al parecer yo estaba gritando y lanzando quejidos.
- ¿¡Estás bien!? ¡Tu brazo!
Como pude voltee a dónde veían los dos tan asustados que estaban pálidos.
Mi brazo tenía varios rasguños y una gran cortada en medio, ninguna dejaba de sangrar, justo como si esa cosa supiera exactamente en donde cortar.
- ¡Tenemos que hacer algo!
(...)
- Tengo mucho frío -murmuré mientras mi labio inferior temblaba.
Nos habíamos encerrado en una habitación que estaba cerca de nosotros. Entre los tres, aunque realmente no me podía incluir dada a mi poca ayuda, movimos algunos muebles a la puerta para que nada pudiera entrar, la única fuente de luz era de una ventana, de la misma que entraba un fuerte aire frío.
Ray estaba envolviendo mi brazo con un pedazo de tela del suéter de Perl, la sangre había parado de pura suerte, sentía mi cuerpo tan débil que era difícil mantenerme despierto.
Después de esto los tres nos sentamos juntos, sin querer decir nada, porque los tres sabíamos que la situación estaba tan jodida que nada podía aligerar el ambiente.
- En algún momento tenemos que salir de aquí -susurró Ray después de un rato.
- No quiero salir... -dijo Perl con la voz cortada.
Y el silencio reinó de nuevo. Puse mi cabeza entre mis piernas, mirando fijamente al suelo.
- Esto está tan jodido...-murmuré.
- Y por eso tenemos que salir de aquí -repitió Ray.
- Ya perdí a tres de mis mejores amigos Ray, no los quiero perder también a ustedes -creía que Perl iba a empezar a llorar de nuevo pero no lo hizo. Tal vez ya no tenía lágrimas que derramar.
- Yo no me quiero quedar aquí -dije.
- ¿¡Estás de su lado!? -espetó Perl enfadada- ¡Si salimos de aquí esa cosas nos hará lo mismo que a Eve, Frank y Sylvia!
Cerré mis ojos ignorando los gritos de Perl, no porque quisiera que se callara, si no porque, sabía que en parte tenía razón, y en parte no. Estaba casi seguro de que para cada uno de ellos había sido alguien diferente... Sabía que la cosa que tomó a Sylvia no era la única que estaba ahí.
Fruncí el ceño aún con los ojos cerrados al recordar esa cosa.
Era tan... irreal.
No tenía un sólo vello en todo el cuerpo... era pálido, tan pálido que era casi blanco...sus ojos eran grandes, vacíos, negros, como si en ellos me pudiera perder en un gran abismo... su nariz casi inexistente y su boca... Maldición, su boca era grotesca, ...no tenía labios, sus dientes eran afilados, al igual que sus uñas, largas y sucias...
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Madhouse
أدب المراهقين"- Todo comenzó con una fiesta, una broma y un lugar abandonado." #645 en Novela Juvenil Todos los derechos reservados. No copiar, adaptar o tomar sin mi previa autorización. XimenaArreola.