Quince

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No sabía en que pensar, no sabía en qué creer.

Me sentía tan perdido en un lugar tan pequeño.

Había estado tanto tiempo ahí sentado, analizando y procesando tantas cosas, todo lo que probablemente iba a pasar.

Ya no sabía en qué guiarme.

Por una parte, sabía que sin la idea de Ray no hubiéramos estado en esta situación. Pero por la otra, yo accedí a hacerlo.

Y es que maldita sea, en ese momento sólo piensas que hubieras preferido tener una maldita resaca, a tener a tres de tus amigos muertos.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

- Dylan -susurró Ray a mi lado. Lo miré de reojo, no quería hablar con él.

No quería hablar, en general, sólo quería dormir, dormir y volver a dormir hasta poder despertar en mi cama, sintiendo un gran alivio por que la pesadilla que estaba teniendo sólo era creación de mi mente.

- ¿Qué pasa? -susurré pasando mi vista a Perl, aún en mis piernas.

- ¿Qué piensas? - me preguntó y suspiré.

- No mucho.

Era todo lo contrario.

Pensaba en la situación, en cómo salir, en cómo enfrentar a esa cosa que probablemente nos estaba esperando fuera de la habitación, pensaba en mi familia, en mi hermano pequeño, en mis amigos, en mí.

Pensaba tanto y en tantas cosas a la vez que sentía que me estaba volviendo realmente loco.

Mi corazón latía con mucha fuerza, estaba sudando, sentía un nudo en la garganta y otro en el estómago, todo eso aunque estuviera sentado, sin moverme.

A veces, me perdía tanto en mí mismo que me quedaba dormido, a penas cinco minutos y despertaba alterado, porque lo único que podía ver en mis sueños era una sombra o un doctor.

Todo me estaba superando, cualquier ruido fuera de la habitación era una alerta, cualquier pequeña cosa me ponía la piel de gallina. Pero como estaba a punto de colapsar, pensaba que un gran porcentaje de los ruidos eran sólo en mi mente, porque Ray no me decía nada y parecía no escucharlos.

Miraba a todas partes para distraerme, la pared, el techo, el suelo.

Estaba nervioso, ansioso, a punto de tener un ataque de pánico. Mi salud mental y física se debilitaba con cada segundo que pasaba.

Pero lo que más me afectó en ese momento fue que, en algún momento en el que no me di cuenta, el pecho de Perl dejó de subir y de bajar.

No caí en cuenta de qué tan graves habían sido los golpes que guardaba en su cuerpo hasta ese momento.

Tomé su cabeza entre mis manos y aprecié su rostro.

Tenía rastro de lágrimas en sus mejillas, los ojos cerrados, la piel pálida y los labios amoratados.

- Perl -la llamé y moví un poco.

- Perl... -dijo Ray con la voz entrecortada.

Se hizo un silencio abrupto, esperando.

- ¡Perl! -me hinqué y la moví bruscamente, intentando despertarla.

Pero no, no se movió, no reaccionó, no despertó nunca más.

La abracé y rompí en llanto.

Y es que no podía ser peor, no era real, no podían quitármela, no a ella.

Maldije, una y otra vez, a esa maldita cosa que esperaba por nosotros, a la vida, a Ray, y a mí mismo.

Todo se caía frente a mis ojos, todos se iban de mi lado, me estaban dejando poco a poco.

- Se acabó, no puedo más -dije limpiando con furia mis mejillas- Estoy harto.

No supe qué pensar, todas mis emociones estaban juntas,

Su cuerpo, a pesar de todo, no estaba lleno de sangre, no estaba en medio de un charco rojo, no tenía un millón de heridas, no llevaba un cartel, no la torturaron, no había sufrido.

Fue rápido, como un suspiro.

Tomé a Perl en mis brazos, la dejé suavemente a un lado de una pared, y la tapé con mi sudadera.

- Estamos muy perdidos... joder, voy a matar a alguien... -tenía tanta rabia y odio en ese momento, las lágrimas caían y caían.

Ray no dijo nada inmediatamente, porque estaba igual o peor que yo. Se hacía pequeñito entre sus piernas, aguantando el llanto, los gritos de dolor y desesperación, la frustración que sentía en ese momento.

- Dylan... mátame -dijo entre llanto- mátame, por favor... No merezco estar aquí, no merezco estar vivo después de todo ésto... ¡Maldita sea! Sólo mátame, por favor...

Me quedé en shock, mis lágrimas cesaron, para segundos después volver, pero ya no eran de tristeza.

- ¿Qué mierda crees que estás diciendo? -escupí con enojo.

Se abrazó más a sí mismo, intentando consolarse.

Sus palabras me quitaron el aliento, como si me hubiera dado un fuerte golpe en el estómago.

Podía ser su culpa, podía ser la mía, podía ser la de cualquiera, pero era mi mejor amigo, era el único que me quedaba, no iba a dejar que se derrumbara cuando más lo necesitaba.

Me acerqué a él y lo saqué de su pequeño mundo dándole un fuerte golpe en la mejilla.

- ¡Eres un idiota! ¿Cómo piensas que voy a hacer eso?

- Vamos Dylan... sé que todos creían que ésto es culpa mía... y lo es, no podrían estar más en lo correcto...

- Cállate -lo interrumpí- Quiero que me escuches, y quiero que lo hagas bien -lo tomé de su camisa y lo acerqué a mí- Nos vamos a levantar y a largar de aquí, en este jodido momento... Y lo vamos a hacer por ella -señalé a Perl.

Lo solté y retrocedí un poco.

Eso fue todo, estaba cansado y molesto, no quería saber o hablar de nada que no fuera una maldita idea de cómo salir del lugar.

Y no lo hicimos, nos separamos, cada quien se quedó en una esquina de la habitación.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

"Corrí a todo lo que mis piernas daban, huyendo de algo, pero no estaba seguro de qué.

Entré en un habitación y me recargué en la puerta, escuchando golpes a través de ella.

Mi mirada estaba en todo, buscando algo, buscando algo...

La pared estaba llena de sangre, había una cama en medio de la habitación, con las sábanas más sucias que en mi vida había visto, y sobre ella, una sombra estaba sentada, pasando su vista de mí a la puerta que estaba a punto de ser derribada.

Me hizo señas, subió su mano con movimientos un poco extraños, me señaló con el dedo, y después señaló a una ventana abierta.

Como si esperara que en cualquier momento saltara por ella."

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⏰ Última actualización: Apr 07, 2017 ⏰

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