Estábamos caminando de habitación en habitación, viendo si había una mínima posibilidad de salir de ahí. Pero sólo habíamos encontrado basura, un mueble viejo y más animales rastreros.
- Esto no está dando resultado -Perl dijo cuando nos encontramos con otra habitación vacía, sin ventanas y sin una puerta al exterior.
No podría ser tan difícil encontrar una puerta trasera, pero como el lugar era ridículamente grande y no sabíamos hacía donde ir, la tarea se complicaba.
- Yo digo que nos separemos -dijo Ray suspirando, mirando hacía el techo.
- Eso sería lo peor que podríamos hacer.
- Pero sería más rápido encontrar una salida.
- Si alguien encontrara la salida, sería más tardado buscar a los demás cuando eso pase -dijo Perl terminando la conversación.
Yo no decía nada, había demasiadas maldiciones en mi cabeza como para pensar en algo coherente.
- ¡Creo que encontré la cocina! -gritó Frank causando eco.
- No tienes que gritar, estamos aquí -Frank se encogió de hombros y esperó a que todos pasáramos a la siguiente habitación. Frank presionó un interruptor y por suerte el foco que estaba en el techo nos proporcionó luz.
En efecto era una cocina, había varios platos encima de una mesa, una estufa en la esquina, un refrigerador, latas tiradas en el piso. El lugar estaba especialmente sucio, y tenía un olor particular que las demás habitaciones no tenían.
Me acerqué al refrigerador y lo abrí, vacío. La estufa y los estantes encima de ésta también estaban vacíos, no había nada interesante que ver.
- ¡Chicos! -gritó Eve captando la atención de todos.
Me acerqué a ella, ya que era el que estaba más cerca.
- ¿Qué pasa? -me puse de cuclillas al igual que ella. Había una tabla bastante gruesa de madera recargada en la pared.
- Ayúdame a mover esto -asentí y los dos empezamos a empujar hacía el lado izquierdo, quitando la madera de su lugar.
Cuando habíamos movido la madera a más de la mitad, pudimos ver un agujero.
- Sabía que había algo aquí -Eve sonrió.
Los dos nos pusimos de pie y analizamos el agujero desde afuera como los demás.
Era un agujero no tan grande, pero una persona podía pasar por él si se acostaba en el piso y se arrastraba. No se podía ver lo que había dentro.
- Tendremos que entrar ahí también -dijo Ray, viéndonos.
- ¿Quién entra? -nos miramos unos a otros. Suspiré y me puse de nuevo en cuclillas, de todos modos alguien tenía que ir a ver.
- Si grito tendrá que entrar alguien por mi -asintieron.
Me acosté en el piso y me empecé a arrastrar por el suelo como si fuera un gusano, mi camisa terminaría mal por eso.
- ¿Puedes ver algo?
- No mucho -contesté con la mitad del cuerpo dentro.
Seguí arrastrándome, cuando pude ver como el agujero se hacía más grande me puse de rodillas, y después me levanté.
Sacudí mis manos y di algunos pasos hacia adelante, entrecerré los ojos un poco para acostumbrarme a la oscura habitación que ahora se encontraba frente a mis ojos. Saqué mi celular y lo prendí, dándome la poca luz que daba de la pantalla, lo giré hacia varias direcciones para apreciar el espacio.
De todas las habitaciones que habíamos recorrido esa era la más completa.
Había varios estantes llenos de libros, al centro un escritorio con una silla grande detrás, un mueble al otro lado, una alfombra roja desteñida, y muchos papeles regados por el suelo.
Hojeé un par de libros, todos eran sobre psiquiatría, pero bueno, supuse que no podía esperar otra cosa en un antiguo manicomio. Un libro cayó y comencé a toser por todo el polvo que había levantado; cuando me agaché por el libro para ponerlo en su lugar, fruncí el ceño.
El libro que se había caído era un álbum fotográfico, y a la hora de caer, se abrió en una de las páginas. Lo levanté con ambas manos y miré la primera foto: Un grupo de enfermeras sonriendo. La segunda foto: Un hombre con traje y una enfermera. La tercera y última foto: Una foto del manicomio, desde afuera.
Giré la página. Primera foto: El mismo hombre de traje en la puerta de entrada. Segunda foto: Una mujer haciendo de comer. Tercera foto: Más enfermeras.
Giré varias veces más las páginas, hasta detenerme en una que llamó especialmente mi atención. Primera foto: Un hombre acostado en una cama que se veía demasiado incómoda. Segunda foto: Un montón de pacientes comiendo. Tercera foto, y por la que me detuve: Un paciente con una especie de casco metálico sobre su cabeza, se veía algo de sangre alrededor.
Cerré el álbum y lo puse en la estantería, no tenía ni ganas ni tiempo de seguir viendo fotografías de pacientes y enfermeras.
Escuché un ruido y volteé la cabeza mirando la habitación. El ruido volvió e hice una mueca. Había una puerta de madera que antes no había notado, me acerqué y tomé el picaporte, lo giré lentamente y la empujé, dejándome ver una nueva habitación.
Esta también estaba bastante completa, pero era totalmente distinta a la anterior.
Mesas de metal esparcidas por la habitación, con varios artefactos encima, pude notar algunos pequeños cuchillos, y unas jeringas. Un sillón raro en medio de la habitación, parecía uno de esos sillones dentales. Lo último eran unas toallas blancas tiradas en el suelo, que ya no eran ni siquiera blancas, estaban sucias, y con manchas rojas en casi su mayoría.
Un gran escalofrío recorrió mi espalda.
Di un paso atrás asombrado de lo que mis ojos veían.
Escuché de nuevo ese ruido y volteé a mi derecha, a un costado de la habitación. Un zumbido empezó a hacerse presente en mi oído y mi corazón se detuvo por un momento.
Era la misma silueta que había visto antes por la ventana. Estaba ahí, parada en una esquina, y aunque no podía ver su cara, sabía que me estaba observando, sabía que estaba sonriendo hacía mi.
No podía quitar mi mirada de esa cosa, era de un color tan negro que te perdías completamente en él.
Retuve la respiración por unos segundos, me di la vuelta y comencé a correr.
Cerré la puerta detrás mío, corrí lo más rápido que pude hacia el agujero, me arrojé al suelo y comencé a arrastrarme, sin importarme si me había hecho daño o no.
- ¡Chicos! -apenas pude gritar.
- ¡Dylan!
Podía ver a todos al otro lado, sólo faltaba poco. Sentí un tirón en mis pies y grité, de alguna manera me volteó, ahora mi espalda estaba contra el suelo. No quería mirar hacia mis pies, sólo comencé a patear, intentando zafarme.
- ¡Ray!
Sentí un golpe en la cabeza, y el color negro fue lo último que vi.
××××××××××××××××××××××××××××××××××××
De verdad espero que les esté gustando la historia:D
Muchísimas gracias por leer, los amo <3
xa.

ESTÁS LEYENDO
Madhouse
Teen Fiction"- Todo comenzó con una fiesta, una broma y un lugar abandonado." #645 en Novela Juvenil Todos los derechos reservados. No copiar, adaptar o tomar sin mi previa autorización. XimenaArreola.