Tres

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- ¡Hey Dylan! -sentí como algo me aplastaba. Me quejé entre sueños y tallé mis ojos aún cerrados- ¡Vamos flojo! -abrí mi ojo derecho dejándome ver a mi hermano menor encima mío.

- ¿Qué quieres? -me quejé, miré el reloj- ¡Son las 7:00 a.m.! ¿Qué quieres? -tomé una de mis almohadas y la puse sobre mi cara.

- ¿No lo recuerdas? Tonto -gruñí- Papá y mamá se fueron, tenemos que ir a la escuela y no vamos a llegar allá volando -dijo en tono obvio- Aparte tengo hambre.

- ¿Y qué quieres que haga? Ya estás grande, prepárate algo.

- Dylan, ¡tengo ocho años! Si me quemo será tu culpa -me dio un golpe en el estómago.

- Bájate.

Se bajó de encima mío y de la cama, me senté en mi cama y lo miré.

- ¿En serio quieres ir a la escuela? -dije adormilado- Igual ya vamos tarde -bostecé y rasqué mi nuca.

- Si -asintió.

- Pues que pena, no iremos, ahora vete a tu habitación y duérmete.

- ¡Para que me preguntas si ya decidiste algo!

- No sé.

- ¡Mamá dijo que no faltáramos!

- Si mamá no se entera, no hay problema -me encogí de hombros.

- Vamos, por favor -hizo pucheros.

- Que niño tan raro eres, otro en tu lugar estaría en su séptimo sueño ya.

- Me parece bien, pero yo no, ahora levántate.

- Vete a tu habitación y deja dormir -tomé mi cobija y me acosté, poniéndola encima mío. Escuché un suspiró seguido del sonido de la puerta y sonreí.

7:35 a.m.

Estiré mi brazo intentando buscar mi celular, era la cuarta vez que sonaba y ya estaba harto. Cuando por fin lo encontré pulsé "Contestar" sin fijarme en la persona que estaba realizando la llamada.

- ¿Quién eres y porqué me despiertas? -dije fastidiado.

- ¡Qué humor! -sonreí- ¿Dónde estás?

- En mi casa.

- ¿Por qué?

- Por que sí.

- Esa no es una respuesta.

- Mmmh...

- Tienes que venir a la escuela ¿sabes? No puedes pasártela en tu habitación todo el día como un maldito gordo comiendo y viendo series.

- Sí puedo.

- No, no puedes y no debes, ¡te pondrás como esas personas que ya ni se pueden parar para ir al baño!

- Genial -bostecé.

- ¡No es genial! ¡Ahora levanta tu gran trasero de la cama, vístete y ven a la escuela!

- No.

- ¡Eres un fastidio! -reí mientras ella suspiraba fuertemente- Si no vienes a la escuela, no te vamos a llevar a la fiesta.

- ¿Cuál fiesta? -me levanté y busqué una camisa la cual no estuviera sucia.

- Eres tan lento -escuché como se quejaba- ¡La fiesta que hará Ray!

- ¿Quién es Ray? -sonreí.

- Tu mejor amigo maldito imbécil.

- Oye Perl, ese lenguaje señorita.

MadhouseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora