Doce

1.5K 122 66
                                    

Podía sentir unos brazos alrededor mío, abrazándome tan fuerte que me dejaban sin poder respirar bien, pero realmente no me importaba. Perl estaba aferrada a mí, intentando callar su llanto contra mi pecho. La abracé y escondí mi cara en su cuello, dejando que algunas lágrimas salieran de mis ojos.

Estábamos en una habitación diferente, intentando aclarar la mente, aunque eso era prácticamente imposible.

Cada que cerraba los ojos sólo podía visualizar sangre a mi alrededor.

Levanté mi vista sin despegarme del abrazo.

Ray y Sylvia estaban en el otro extremo de la habitación, y al igual que nosotros estaban abrazados, con la pequeña diferencia de que Ray estaba llorando mares, murmurando cosas que no podía alcanzar a entender.

- Dylan, dime que esto es sólo una pesadilla, por favor -dijo Perl con la voz entrecortada.

La miré, tenía sus ojos rojos, al igual que su nariz, estaba temblando y sus mejillas estaban empapadas. Mis ojos se cristalizaron.

- Es sólo una pesadilla, es un muy mal sueño -mentí.

(...)

Había pasado un largo rato, realmente nadie hablaba con nadie, cada quien estaba de su lado, yo estaba sentado en el piso, observando mis tenis.

Ray estaba viendo a través de la ventana, hacía la tormenta que había comenzado minutos antes, aunque realmente su mirada estaba perdida como si no estuviera presente.

Me levanté y sacudí mi ropa, había mucho polvo en, bueno, en todas partes. Fui hacía Ray y me recargué en la pared.

- Yo...

- No tienes que venir a decirme que no debo de preocuparme, y que no es mi culpa, porque sé que lo es. Le hice una broma y mira cómo terminó.

- Tú no sabías que ésto iba a pasar.

- Da igual, ya pasó, y no puedo remediarlo. Dylan, es una mierda, de verdad, todo ésto está mal, se está haciendo peor.

Puse una mano en su hombro, sin decir nada, porque sabía que ninguna palabra podía mejorar la situación actual.

- Tenemos que seguir -dije para que todos me escucharan- No nos podemos quedar aquí a que el tiempo pase...

- ¿Te das cuenta de lo que estás diciendo? -Sylvia se levantó enojada- ¿Qué es lo que hemos hecho todo este tiempo?

- Sylvia... -Perl se levantó y se acercó a ella intentando calmarla.

- ¡Hemos seguido caminando por este maldito hospital! ¡Cada vez que vamos hacía otro lugar las cosas empeoran! ¿O no te das cuenta? ¡Mira lo que está pasando por hacer exactamente eso! ¿Quieres que nosotros terminemos igual?

- ¡Claro que no! Pero si no seguimos, ¿entonces qué hacemos, Sylvia? ¿Esperar hasta que alguien venga por nosotros? Porque se supone que nadie debería de estar merodeando y haciendo la excursión por el hospital, así que dudo que alguien venga a nuestro rescate.

Me miró molesta y volteó a otra parte, bufando.

Mordí mi labio y me arrepentí en seguida por haber gritado, lo último que deberíamos de hacer era enojarnos entre nosotros.

- Sylvia -suspiré- Si no nos movemos no vamos a encontrar una manera de salir, si nos quedamos aquí nos estamos arriesgando a que algo parecido a la cosa que nos encontramos en la cocina nos encuentre, no pasará nada malo, ¿si? -me miró de nuevo y agachó la mirada.

- Sí, lo siento... -dijo con voz tímida, asintiendo.

Tomamos la decisión de volver por donde venimos y encontrar la manera de abrir la puerta principal.

MadhouseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora